Imagen de archivo de taxis en la parada del puerto de Ibiza. | Archivo

Las agrupaciones de taxistas de Ibiza denuncian que los vehículos de Uber infringen las normas. ¡Qué lástima que no vean las veces que sus asociados las vulneran! Es lo que tiene estar tan pendientes de denunciar lo piratas que son tus competidores, que te olvidas de comportarte mejor que ellos. Si los taxistas ibicencos fuesen seres virginales, que por lo general cumplen con las leyes de forma rigurosa, entonces sus denuncias tendrían alguna credibilidad. Pero sucede que esto no es así, como todo el mundo sabe. Por suerte, tras sus denuncias rápidamente quedan al descubierto sus verdaderas intenciones: criticar a la competencia. Lamentan que estos días «los taxis estemos registrando menos trabajo. (…) Nos están quitando algo de trabajo». Se refieren a los 14 coches de Uber que comenzaron a prestar servicio el 29 de noviembre en Ibiza. No se les ocurre analizar la causa de que la gente, siguiendo su razonamiento, opte por contratar un Uber antes que llamar un taxi. Eso realmente no les interesa. Es mejor centrar sus esfuerzos en atacar a la competencia, demonizarla y acusarla de infringir la Ley. Vamos, lo de siempre. Pero se da la circunstancia de que eso ya no cuela, porque el gremio de taxistas hace años que no vela por los usuarios ni por dar un buen servicio, sino únicamente por sus propios intereses, que a menudo van en contra de los de sus clientes. Acostumbrados a hacer lo que se les antoja, han acabado interiorizando no que son un servicio público, sino que son un sector privado que, cuando quieren y como quieren, en determinadas ocasiones, hacen el favor de trasladar a sus pasajeros, aunque sólo si les da la gana. Llamar a las emisoras para pedir un servicio es convencerse de que lo mejor es descargarse la aplicación de Uber, aunque uno acabe pagando mucho más. Al menos, los VTC siempre te atienden y no te dejan con la musiquita.