El vicepresidente del Govern y conseller de Economía, Antoni Costa, entrando este viernes al Parlament | Foto de archivo

Tras la aprobación de los presupuestos de la Comunidad Autónoma por parte del Parlament, los primeros del Govern de Marga Prohens, los cornetas del Apocalipsis hacen sonar sus trompetas con fuerza, anunciando la venida de toda clase de calamidades, la antesala del fin del mundo que traen PP y Vox. El portavoz parlamentario del PSOE, Iago Negueruela, advierte demudado que «esto es un retroceso al nacionalcatolicismo». Sería preferible un accidente nuclear antes que estos presupuestos, según parece. Lo que ha aprobado la mayoría del Parlament supone un ataque contra la mayoría social de Baleares, que naturalmente representa la izquierda, porque ella es siempre la voz de la mayoría, cuando no es la política, es la social. Sin embargo, nada hay en estos presupuestos que permita aventurar el fin de la democracia, ni del bienestar económico, ni las catástrofes que la izquierda asegura que se avecinan sin remedio.

Es más, si los líderes de la izquierda balear se muestran tan abatidos, seguramente sean unos buenos presupuestos. Es más, contrariamente a sus augurios, ni traen recortes en el gasto público, ni suponen la privatización de servicios esenciales, ni nada de eso. Es cierto que se eliminan las subvenciones a los sindicatos y la patronal, pero estimo que el Gobierno de Pedro Sánchez acudirá presto al rescate y lo que dejen de percibir del Govern, lo obtendrán gracias al PSOE y Sumar. Dicen desde CCOO que la supresión de las ayudas les aboca a cerrar sus oficinas de Igualdad en Baleares. Vamos, peor que si se hundiera un petrolero en las costas de Mallorca, porque todo el mundo sabe que tales oficinas, de las que desconocíamos su existencia, hayan tenido el menor efecto positivo en la vida de un solo trabajador, como no sea los suyos propios. ¿Acaso no cobran sus cuotas a los afiliados? ¿Verdad que sí? Pues ya saben lo que tienen que hacer.