Imagen de archivo del Hospital Can Misses.

Vuelven a los medios las informaciones sobre los contagios, las vacunaciones y los colapsos hospitalarios. Parece que hemos olvidado que cada año desde hace demasiados años se produce en estas fechas el mismo tipo de información. Supongo que la pandemia nos ha dejado a casi todos cierto trauma que solo se superará con tiempo. Como todos los traumas.

El retorno de las mascarillas mientras los virus de la gripe y el covid viven su particular agosto nos retrotrae a una etapa que muchos queremos olvidar. Pero, siendo realistas, es la primera vez desde la pandemia que el Ministerio de Sanidad hace una propuesta sensata. Yo iría a más y obligaría a que los tapabocas fueran de uso habitual en hospitales y centros de salud durante todo el año. Básicamente porque, a la que pones un pie en cualquiera de estos lugares, estás jugando a la lotería vírica. Y no es agradable llevarte un sorprendente boca, mano, pie a casa cuando ni siquiera sabes qué narices es eso.

Vivimos estos días una psicosis colectiva por algo que sucede cada año desde hace décadas. La diferencia hoy es que hemos pasado una pandemia que nos ha dejado mentalmente exhaustos por la cantidad de información terrorífica que hemos tenido que procesar. El miedo a los contagios está ahí. Como también lo está el miedo a la pérdida de libertades en función de los caprichos del gobernante de turno. Pero ha de imponerse la sensatez en todos. Y en eso jugamos un papel fundamental los medios. No podemos seguir alentando el terror y el pánico. Nosotros mismos hemos publicado la historia de una embarazada que protesta porque ha ido a vacunarse contra la gripe y no había dosis.

La campaña comenzó en octubre. ¿Por qué no lo hizo entonces? Relax, que cuando acabe esta temporada comenzará la de las alergias.