Uno de los últimos estallidos políticos, se ha dado en nuestras islas y no es otro que el culebrón protagonizado por el grupo parlamentario de Vox en la Cámara autonómica. Es este un asunto que por mucho que algunos pretendan restarle relevancia y dejarlo a nivel de una simple anécdota, tiene mucha más importancia de la que pueda parecer.
En los mundos de Yupi en los que parece estar instalada la Presidenta Prohens, todo lo que está ocurriendo no es más que un problema interno que tiene como único escenario el Parlament Balear. A partir de aquí, resulta difícil de creer lo que mantiene la Presidenta, afirmando que la estabilidad del Govern no está en peligro y que está garantizada.
Por mucho que se empeñe Prohens en afirmar que la gobernabilidad de nuestras islas no se ve en ningún caso comprometida por la crisis interna en el grupo parlamentario de su socio en esta legislatura, resulta tan poco creíble como lo fue en su momento el jolgorio que ella misma mostró cuando intentaba hacer creer que estaba al frente de un gobierno en solitario, pretendiendo dar la falsa imagen de que sus decisiones iban a ser las únicas que contarían.
En la primera ocasión en la que tuvo lugar una importante votación en el Parlament, no tuvo más remedio que bajarse del burro y acabo arrodillándose ante su socio; a quien acabo regando con una lluvia de millones, veinte en concreto, para la puesta en práctica de la segregación por motivos de lengua en nuestras aulas.
Una simple votación fue más que suficiente para rebajarle los humos y para que se diera cuenta de quién tiene la sartén por el mango; quedando con ello meridianamente claro quién sujeta las riendas de su gobierno. Ahora pretende colarnos a todos otra patraña, la gobernabilidad no está en peligro. Pensará en su fuero interno que la población en nuestras islas no está informada de lo que está ocurriendo y pretenderá minimizar en la medida de lo posible toda la movida interna en Vox, queriendo hacernos creer que ello no supone el más mínimo riesgo.
Quizás sea la única persona en la política autonómica que no se quiera dar por aludida por el ultimátum que su socio de la extrema derecha le ha lanzado. Si pacta con los cinco diputados díscolos de Vox, que han decidido expulsar de su grupo parlamentario a las dos personas que vienen ocupando los dos cargos más importantes de su formación, orgánicamente una como Presidenta del partido en Baleares e institucionalmente el otro como Presidente del Parlament; habrá consecuencias.
Resulta muy fácil deducir que pueda significar este ultimátum. Si Prohens decidiera arrojarse abiertamente en brazos de los cinco diputados rebeldes de Vox, suspendidos cautelarmente de militancia mientras se tramita el correspondiente expediente de expulsión de los mismos por parte de la dirección nacional del partido, podría seguir contando con esos votos que le darían la mayoría absoluta; pero estaría poniendo en peligro los pactos que la derecha y la extrema derecha tienen en otras instituciones de las islas. Una de estas instituciones que podrían verse afectadas, sería el Ayuntamiento de Sant Josep en Ibiza, ya que es el único municipio de las Pitiusas en el que el PP gobierna en minoría y para sacar adelante muchas propuestas, necesita sí o sí un voto de Vox.
Pocas opciones reales más le quedan a la Presidenta del Govern para seguir adelante con la legislatura, ya que aún que quisiera contar con los tres diputados que en un principio pertenecían al grupo parlamentario de Vox y sumando también al poco fiable Córdoba a su plantel de adeptos, sumaría 29 diputados y se quedaría a uno de la mayoría absoluta.
Como se puede ver y a pesar de la falsa imagen que se quiere dar, de que aquí no está pasando nada relevante, lo cierto es que está en juego la gobernabilidad real de nuestras islas tal como se pacto inicialmente; estando por ello en juego la legislatura en curso. Del mismo modo se cierne el peligro sobre otras instituciones, si la decisión final que se adopte, es la de contar con los cinco diputados de Vox rebeldes y que dejarán en breve de pertenecer al partido gracias al cual consiguieron sus escaños.
Por mucho que quiera negarlo Prohens, sí que peligra la estabilidad de su ejecutivo. En consecuencia podría ocurrir que la tranquila legislatura de cuatro años de un ficticio gobierno en «solitario», acabe bruscamente y mucho antes de lo que hubiera previsto, no siendo descartable en ningún caso la posibilidad, o más bien la necesidad, de tener que acabar disolviendo el Parlament y convocando elecciones anticipadas.
El mundo ideal y bucólico en el que pretende estar viviendo la Presidenta, está muy lejos de la realidad política de las islas. No solo está en juego la continuidad del actual Govern, ya que también se podría estar poniendo en riesgo mucho más que eso. Y todo en función de la decisión que vaya a tomar el PP, sobre algo que supuestamente no les afecta.