Recuerdo como si fuese ayer (y han pasado más de 30 años) aquellos días de regatas de optimist en que soplaba un desafiante viento. El violento flameo y el fuerte sonido del crujir de las velas paralizaba al más valiente; olas gigantes de espuma blanca, el frío calaba hasta los huesos. «El barco lleno de agua, no puedo más… ¿qué hago yo aquí?», era la frase que me venía a la cabeza una y otra vez mientras intentaba adaptarme al medio, enderezar el rumbo. Complicada situación en la que con constancia y esfuerzo acababa encontrando la solución. Estos mismos sonidos y sensaciones, a priori molestas e invencibles, se siguen produciendo desde entonces hasta la actualidad en el equipo infantil, de jóvenes y de adultos de las diferentes flotillas.
El Club Náutico Ibiza no solo te enseña a navegar, a regatear. Se implica en la formación de valores, en fomentar el deporte, el compañerismo, la educación, el esfuerzo, el luchar hasta el final. Te enseña a superar dificultades. Te educa. Es un lugar de reunión para personas de toda clase social e ideología, donde todo el mundo es bienvenido.
La actividad Un Mar de Posibilidades es sólo un ejemplo de cómo el Club Náutico Ibiza se ha convertido en el corazón náutico de nuestra isla, no sólo enseñando a navegar sino a disfrutar el mar, a incluir a todo el mundo que lo desee, inculcando principios básicos de vida.
El Club Náutico Ibiza es más que un conjunto de amarres y velas, de instalaciones… es muchísimo más. Ahora, como es bien sabido, se encuentra metido en una tormenta muy diferente a la descrita de las regatas; un momento decisivo, no por sus propias acciones, sino por un proceso de adjudicación que muchos consideramos desconcertante.
La semana pasada nuestras voces se unieron en un acto sin precedentes no sólo para leer un manifiesto explicando la difícil situación, mostrando gratitud a la sociedad ibicenca, instituciones, asociaciones implicadas, organizaciones políticas, etc., cuyo apoyo es unánime.
Hay que luchar por preservar esta joya de la cultura ibicenca. No se debería permitir que el caos de un mundo en constante cambio borre un legado centenario. Es el momento de enseñar a las futuras generaciones que hay cosas que no tienen precio.
En las próximas semanas, cuando los encargados tomen la decisión final, deberían preguntarse: qué valoramos más: ¿la tradición y el tejido social que se ha construido o una fría transacción administrativa? El Club Náutico Ibiza es un legado vivo y su lucha no es sólo por el derecho a ocupar un espacio sino por el derecho a mantener viva una herencia, el respeto al mar, unos valores y conservar la poca Ibiza que nos queda...