Francina Armengol. | Europa Press - Eduardo Parra

Los ibicencos sabemos bien que la señora Armengol ha sido la peor presidenta de la Comunidad Autónoma en 40 años de autonomía. Porque no es que haya gobernado equivocándose en relación a las problemáticas que afectan a nuestra isla, es que directamente ha gobernado contra los intereses de Eivissa.

Sus ocho años de gobierno han supuesto un retroceso sin precedentes para nuestra sanidad, convirtiéndonos así en ciudadanos de tercera. Pero en solo siete meses, Marga Prohens ha demostrado que se puede mejorar la situación si esa es la voluntad real. Y en efecto, la plantilla de Can Misses ha incrementado, en cuatro oncólogos, además de la incorporación de otros facultativos de distintas especialidades.

Sus ocho años de gobierno han supuesto que nuestras infraestructuras educativas se caigan y haya que cerrarlas para evitar desgracias. Pero en solo siete meses, Marga Prohens está poniendo remedio a la urgencia de las infraestructuras educativas, además de crear 30 plazas de personal auxiliar educativo (ATE y PT) para atender a nuestros estudiantes con necesidades educativas especiales.

No es que Armengol se equivocara, es que directamente gobernaba contra los intereses de Eivissa y ello pese a la lealtad del president Vicent Marí, por ejemplo, en los tiempos duros de la pandemia. No es que se equivocara, es que no quiso arreglar el agujero de los anticipos de financiación al Consell, nos birló la financiación de carreteras, no dio ni un paso en el traspaso del agua y no quiso reconocer el coste de financiación de las residencias para poderlas traspasar. Y un largo etcétera, siempre con la aquiescencia, la sumisión y el vasallaje del clan Agustinet, Costa y Ruiz que, si se esfuerzan un poco más, harán extraparlamentario al Partido Socialista en Eivissa.

Sabíamos pues, que ha sido la peor presidenta de la Comunidad Autónoma en 40 años de autonomía y que gobernó contra Eivissa. Y ahora sabemos que, mientras tanto, participaba en la trama de presunta financiación irregular del PSOE en el conocido Caso Sánchez.

Y es que menos de ocho meses ha necesitado Francina Armengol para convertirse en el foco de polémica permanente de la política nacional. Semana tras semana muestra a los españoles su incapacidad, ya de sobra conocida en Balears. Estos últimos 10 días no han sido menos: al tiempo que el Partido Popular registraba una solicitud de amparo a la Mesa del Congreso por las incesantes actuaciones irregulares de quien representa un cargo que debería ser imparcial, conocemos que Armengol contrató con Koldo, asesor del núcleo duro de los socialistas ahora investigado por cobrar comisiones, ¡vaya!

El Govern de Armengol pagó a la trama 3,7 millones de euros por unas mascarillas que nunca llegaron a poderse utilizar y los pagó ya sabiendo que eran defectuosas, dio gato por liebre a la Unión Europea para recibir más fondos, ocultó que en 2022 la Guardia Civil se personó en el IBSALUT para recoger el expediente y no movió ficha para reclamar el dinero hasta que, tres años después, los ciudadanos de Balears le enseñaron la puerta del Consolat. ¿Por qué? ¿Quién le ordenó contratar con la trama? ¿Le solicitaron comisiones en efectivo?

La ya conocida como ministra nº 23 de Sánchez sigue sin confesar quién le dijo que contratara con Koldo y por qué lo hizo, a pesar de que la empresa no se dedicaba a cuestiones sanitarias. Sigue sin explicar por qué tanta prisa en pagar el sobrecoste con dinero de los ciudadanos de Balears y por engañar a la Unión Europea, algo que ya investiga la Fiscalía por prevaricación y malversación. Y ante todo esto, silencio, excusas y sobreactuaciones con impostada indignación. Como si la cosa no fuera con ella, ha comparecido esta semana para hacernos saber que la pandemia fue muy dura, como si no lo supiéramos, como si no la hubieran enganchado con la vacunación irregular de su gobierno o de madrugada en un bar saltándose sus propias restricciones. Pero sobre todo, sigue sin asumir responsabilidades y el daño a la institución que preside es hoy ya irreparable. Por ello solo cabe una salida digna: váyase Sra. Armengol.