Francina Armengol. | Archivo

La expresidenta de Baleares no está indignada, sino indignadísima. Y no está mancillada, sino mancilladísima, pero por sí misma y por su inexplicable manga ancha con la corrupción de Ábalos y Koldo. La mejor política que ha dado esta tierra, la más honesta, la más competente, la más empática y sincera, se ha transformado, quizás por la proximidad con Pedro Sánchez, en una persona distante, huidiza y escapista, con más salidas que el Santiago Bernabéu. Los hechos demuestran, si no su connivencia con la trama corrupta de Koldo García y José Luis Ábalos, que eso está por ver y aún es pronto, sí su aquiescencia en la estafa. Pero Francina y Negueruela, a cada información aducen una nueva excusa que no atenúa su negligencia a la hora de denunciar el mangoneo de quien era número dos del PSOE. Como para que Francina venga ahora de víctima, cuando evitó denunciar el timo y ni hizo nada por recuperar los 3,7 millones pagados por su Ejecutivo a los comisionistas que a ella la tienen no indignada, sino indignadísima. Pero para que los comisionistas se lleven su parte del pastel, por contratación de emergencia, a dedo, sin concurso y sin contrato, tiene que haber alguien que pague lo que aquellos exigen. Y eso es justamente lo que hizo Armengol y de muy buena gana, sin rechistar en lo más mínimo. Todo lo contrario, expidiendo un certificado de plena satisfacción (un «automatismo» dice), para que tangaran a otros. Francina nos recordó que ella no es del tipo de personas que se corrompe. Eso no lo ponemos en duda, porque en sus largos años en la política jamás ha denunciado a quien lo haya intentado siquiera. Sólo ha denunciado corruptelas de partidos ajenos al suyo. El PSOE en Ibiza denunció por corrupción a Vicent Marí por contratar el vídeo ‘La vida islados’ durante la pandemia. Si son otros los mancillados, para Francina no hay problema.