Un día como hoy, de hace dos años, decidí por riesgo y cuenta propia salir de casa con mi cámara hacia Ucrania. Hacía unas semanas que la invasión rusa había empezado. Cómo fotógrafo de prensa, y por un absurdo impulso me vi cruzando toda Europa para llegar hasta el lugar del conflicto e intentar reflejar en imágenes lo que ahí sucedía. La llegada masiva de refugiados a las diferentes fronteras. Las penurias de un éxodo masivo de esas personas hacia la incertidumbre.
Aunque siendo tan triste y difícil para esas mujeres, ancianos y niños; Europa respondió.
Guerra, injusticia, masacre, bombardeo, muertos... son palabras que por desgracia nos hemos acostumbrado a escuchar y a leer.
Mientras en lo más mundano, para los de a pie, algunos se llenan la boca hablando y hablando de lo banal, de discusiones absurdas de barra de bar, del pitido final de un encuentro de fútbol mientras el balón aún sigue sobrevolando el césped o de la fatídica lesión de un futbolista; otros pocos, cargarán sus conversaciones con sus cercanos, con los argumentos recién escuchados mientras buscan aparcamiento en la «city»; por el reciente tema del caso de la compra de mascarillas, con más o menos argumentos de información fidedigna. Serán unos pocos. No es lo mismo llegar a la oficina hablando de fútbol que hablando de política.
¿A quién le importan los muertos?
No son nuestros.
A todo esto, lo de hablar de la amnistía, está pasado de moda. Estás «out»,» si llegas al trabajo despotricando e intentando hablar del tema. Lo del tipo ese catalanoide, el del flequillo, ya no mola. Esto está reservado solo para los muy puritanos, grandes letrados o afines a la defensa a ultranza, por la creencia ante una hipotética y posible destrucción de nuestra querida Ñ.
En el espacio de tiempo dedicado a leer esta, esta porción de texto escrito que es mi opinión, más de 10 personas habrán sido asesinadas en Israel; sea por bombardeos o por disparos directos del ejercito hebreo. Y si, digo asesinadas porque esa es la palabra correcta.
Ahora ya no gusta tanto, ¿verdad?.
De las cerca de 30.000 personas víctimas de este genocidio, cerca de 14.000 eran niñas y niños. Algún día descansarán en paz.
Llamemos a cada cosa por su nombre. Esto es un genocidio. En otras palabras HOLOCAUSTO, que curiosamente la segunda acepción que aparece en el diccionario se refiere al aniquilamiento de los judíos por parte de los «nazis», pero que en su primer significado es simple y llanamente el hecho de «gran matanza de seres humanos».
En Gaza está ocurriendo un holocausto.
Mientras la gran mayoría de los gobiernos europeos siguen mirando hacia otro lado.
Creo recordar la condena que hizo el gobierno español por las atrocidades cometidas contra el pueblo gazatí, y la respuesta diplomática de Israel; y recuerdo también las opiniones de algunos en su mayoría políticos de la oposición criticando dicha postura.
Ir en contra de la postura oficial del Gobierno puede que sea correcto, es en definitiva un ejercicio de pluralidad democrática. Lícito, si.
Pero; ahora me hago esta pregunta. -¿Cómo existen políticos, que representan al pueblo y que con tal de ir en contra de un gobierno son capaces de postularse con los métodos criminales y genocidas de dicho país?-
-¿Donde está la empatía por la muerte sin razón de miles de personas?-
Vergüenza nos debería dar.
Deberíamos agachar la cabeza ya que no somos capaces de detener dicha atrocidad.
Algún día el responsable de esta barbarie será juzgado en los tribunales internacionales.
Y yo, lo espero.
Pero el tiempo nos juzgará por no haber hecho lo imposible por evitar estas muertes.
Otros puede que tan solo queden retratados para siempre en las hemerotecas.