El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press - Alberto Ortega

Nos gobierna una banda mafiosa liderada por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, un miserable sin escrúpulos que para tapar su corrupción y la de su partido, azuza a la ministra de Hacienda para que haga públicos datos confidenciales del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, y exige su dimisión mientras él no explica qué hacía su propia esposa, Begoña Gómez, en la sede de Globalia-Air Europa, en vísperas de su multimillonario rescate. Esa panda de amigos del crimen aprobó ayer la infecta y anticonstitucional ley de amnistía porque se lo prometieron a Carles Puigdemont, como contrapartida a la investidura de Pedro Sánchez. Ni porque sea buena para el país, que no lo es; ni porque vaya a traer la normalización y la concordia, que no lo hará; ni porque ahora los independentistas estén implicados a la gobernabilidad del Estado, que no lo están. Sencillamente porque sin el voto de los siete diputados de JuntsxCAT, Pedro Sánchez no sería ahora presidente del Gobierno, aunque sea sin presupuestos ni previsión de tenerlos. Es lo que tiene abrazarse y depender de partidos a los que España les importa una mierda, si no es para saquearla y para sacarla de los territorios que consideran suyos. Pedro Sánchez unió se destino a ERC, Junts, EH Bildu, Sumar… y ahora se encuentra con que el rechazo de una parte de Sumar, los Comuns, aboca a Pere Aragonés a convocar elecciones anticipadas en Catalunya, lo que impide que haya posibilidad alguna de aprobar los Presupuestos Generales del Estado para 2024. Así pues, no habrá mejora del plus de insularidad de los funcionarios del Estado en las Pitiusas, incluidas las Fuerzas de Seguridad, lo que seguirá lastrando las plantillas por la falta de vivienda. El independentismo es quien decide, gracias a Pedro Sánchez, si hay presupuestos o no en España. Y de premio, la amnistía. Pero ni el CIS disimula ya la debacle socialista.