El aparente callejón sin salida en el que se encuentra el Consell de Formentera no es realmente tal. Soluciones posibles a la grave crisis abierta entre los consellers de Sa Unió y el presidente, Llorenç Córdoba, hay. Otra cosa es que quieran aplicarse. Todas pasan por un cambio de actitud en unos y otros, oposición incluida. Y eso es algo que, a priori, no parece que vaya a ser posible.

¿Puede el Consell formenterés funcionar en la situación actual? Sí. De hecho, la actividad administrativa de la institución no se ha parado en ningún momento, a pesar de que todos han puesto sobre la mesa un supuesto bloqueo que no es tal. Falta, como dice la oposición, «impulso político» porque, como añaden otras fuentes de la isla, «en la actual situación, no hay liderazgo de ningún tipo». Pero el trabajo se hace. Eso sí, sin comunicación entre el equipo de Gobierno y el presidente, es el secretario del Consell, Ángel Custodio, el que se ve obligado a intermediar entre unos y otros. Cada departamento puede presentar sus propios proyectos, contemplados a priori en el programa electoral de Sa Unió, y es Custodio el que los lleva al presidente para su visto bueno y de ahí a la Junta de Gobierno. En principio, no debería haber problema puesto que Córdoba no tiene motivos para rechazar aquellos proyectos contemplados en el programa electoral con el que concurrió a las elecciones. Y, de momento, el presidente no ha votado en contra de ninguna iniciativa de los consellers de Sa Unió.

Cierto es que Córdoba podría poner en un aprieto a la coalición si, recordando que ha sido expulsado de la misma y que hoy es conseller no adscrito, rechazara sus propuestas haciendo pinza con GxF y con el PSOE. Pero eso es algo que aún no ha sucedido y que las distintas fuentes consultadas por Periódico de Ibiza y Formentera no contemplan. «No tendría sentido porque él fue elegido como candidato de Sa Unió y el programa es también suyo», señala una de estas personas.

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Moción de censura
Un segundo escenario es el de la moción de censura. Sa Unió se ha reunido ya con GxF y con el PSOE para explorar esta vía. Pero todo indica que no saldrá adelante. Ninguno de los dos partidos cree realmente que esté en peligro la gobernabilidad en la institución. Y, además, tienen claro que no les conviene apoyar a un posible gobierno de la coalición en contra del hoy presidente porque la concentración no les beneficiaría en las urnas en 2027. La situación sería parecida a la sufrida por el popular Marcos Serra en Sant Antoni a finales de 2022, cuando la ruptura del PP con el PI le impidió sacar adelante los presupuestos municipales. El PSOE y Podemos decidieron votar en contra de los mismos a pesar de que Serra les había ofrecido modificarlos. El cálculo electoral, en este caso, fue erróneo y hoy Serra gobierna con mayoría absoluta en la Villa de Portmany.

Dimisiones
La tercera alternativa para zanjar definitivamente la crisis sería que tanto Llorenç Córdoba como José Alcaraz presentaran su dimisión y abandonaran la institución insular. Algunos apuntan, en este caso, a que el presidente de Compromís, Xavi Serra, podría asumir las riendas del Consell, mientras que Córdoba tendría la salida de mantenerse como diputado en el Parlament. El gran damnificado de esta solución sería Alcaraz, presidente del PP en Formentera, que vería así truncada su carrera política de forma casi definitiva.

El último escenario pasa por la intermediación de un tercero en la crisis. Alguien con la capacidad de sentar en la misma mesa a Córdoba y Sa Unió y con el carisma suficiente como para hacerles entender que el interés general ha de estar por encima de las rencillas personales o de los problemas económicos. Algunos apuntan en este caso a la presidenta del PP balear y del Govern, Marga Prohens. Al fin y al cabo, los populares del archipiélago tienen su cuota de responsabilidad en la guerra abierta entre Llorenç Córdoba y José Alcaraz. Sería ingenuo pensar que esta intervención no habría también un cálculo electoral pero, de conseguirse la paz, eso, además de beneficiar a Formentera, despejaría incertidumbre en el apoyo de Córdoba al Ejecutivo autonómico y, sobre todo, permitiría superar el pensamiento que impera hoy en la isla de que los populares «no volverán a ganar unas elecciones en 25 años».