Cuando hace meses aparecieron los chicos y chicas de Futuro Vegetal perpetrando delitos a cara descubierta, en nombre de la lucha contra la crisis climática, presumiendo de sus actos ilegales, grabándolos y difundiéndolos en sus redes sociales, fueron calificados por los medios de comunicación como activistas climáticos. Yo preferí llamarlos delincuentes climáticos. Y ya en el inicio de su llamativa y poco inteligente carrera criminal, vaticiné que su trayectoria sería tan atronadora como breve, porque al optar por la protesta delictiva, prefirieron arrojarse a las vías de un tren Talgo, con la peregrina y delirante convicción de que, al hacerlo reivindicando un cambio muy necesario de sistema alimentario, lograrían detenerlo. Pues bien, se habrán arruinado económicamente y plagado su expediente de antecedentes penales y el tren sigue incólume y a toda velocidad. Activistas de la estupidez.
Opinión
Activistas de la autolesión
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