Un momento de la reunión de los exalcaldes y el actual alcalde de Ibiza, este pasado lunes. | Arguiñe Escandón

Buena jugada la del alcalde Rafa Triguero a la hora de sentar en la mesa a todos sus predecesores en el cargo para buscar soluciones a un problema tan grave como el de la vivienda. Contará así con la experiencia y eso siempre es positivo porque, desde fuera pero ya conociendo lo que hay dentro, las cosas se ven de otra manera. Pero lo realmente interesante de la jugada es que se asegura que el PSOE no tenga apenas margen de maniobra para la crítica desde la oposición porque, sentado ya Rafa Ruiz en el supuesto consejo de sabios, ¿qué va a decir desde la bancada de los perdedores?

La pregunta que me hago es qué pueden aportar como solución al problema aquellos que alegremente contribuyeron a su creación y agravamiento. La propuesta del socialista (ejem) Tarrés es poner límites. Los límites que pusieron él, Agustinet y los Costa crearon entre 1999 y 2003 la burbuja inmobiliaria en la que aún estamos y que hoy tiene como consecuencia que Vila esté rodeada de asentamientos tercermundistas en los que malviven esos trabajadores a los que el PSOE dice defender. Por no hablar de los pisos patera o de las familias malviviendo en una habitación. Son los cracks que hicieron una planificación urbanística que evitaba el cemento con interés general porque, claro, había que poner límites. Límites para nosotros, los ciudadanos normales. Para los millonarios y los del chuletón forrado de oro, alfombra roja y ball pagès.

Dice el cínico Tarrés, el cerebro del bluff de Eivissa Centre, que Triguero ha de ser valiente. Es verdad, el alcalde tiene que tomar decisiones y no temer a las reacciones histéricas de quienes tienen el riñón bien cubierto y se han entretenido haciendo malabares con los límites y las señas de identidad. Entre los exalcaldes hay sabios y hay sabiondos. Seguro que Triguero también lo tiene claro.