La frase (ya utilizada en esta misma sección) sale del título de una película coreana y bien haríamos en adoptarla como mantra. Estoy convencido de que todo lo que se conjuga en femenino funciona bastante mejor.

Empresas, instituciones, colectivos grandes o más chicos... allí donde una mujer preside o manda (a veces no es lo mismo) se nota, y se nota para bien.

Ayer la Pimeef reunió en su sede a unas cincuenta emprendedoras de las Pitiüses. Ellas son el futuro de estas islas. Ellas, empresarias y autónomas, y por supuesto también las trabajadoras de este pequeño país.

Cuando el patriarcado que nos asiste dé paso a una sociedad verdaderamente igualitaria ellas podrán acabar de demostrar que gestionan mejor el mundo más próximo, el que nos rodea. Cuando la igualdad sea una realidad no encontraremos tan sólo a 12 mujeres entre las 70 ‘cabezas de lista’ que presentan los partidos en las Pitiüses. Y eso que ganaremos.

Cada vez que lanzo un alegato de este tipo recibo advertencias y recordatorios en forma de ejemplos de mujeres que usan mal su poder. Para responder a eso basta echar un vistazo, hacer cuentas y comprobar que el porcentaje de hombres indeseables es mayor, en todos los ámbitos.

Por suerte, nací y me crié en un matriarcado y de ellas he aprendido cuáles son los valores que importan, pero también dónde buscar los espejos en los que mirarme. Los grandes defectos que atesoro responden a un no saber seguir el ejemplo de las mujeres con las que conviví desde pequeño. Estoy a favor de las cuotas -de las leyes que obligan al sistema creado por ellos a no perpetuar los errores de género- y sueño con que un día esas normas no hagan falta.