Ha muerto Christopher Lee a los 93 años. La noticia me sorprende: si alguna vez un hombre debió ser inmortal, ése era Christopher Lee. Aunque solo fuera por la cantidad de sangre que bebió mientras interpretaba el papel de Drácula hasta en diez películas.

Lee es quizá la encarnación más popular del conde chupasangres. Pero, a lo largo de su extensa e intensa carrera, también fue Fu Manchú, Rasputín, Frankenstein, Sherlock Holmes, la Momia…; más recientemente, fue el Saruman de El señor de los anillos y confirió algo de dignidad a la los nuevos episodios de Star Wars como Conde Dooku. Participó en más de 250 películas, hablaba nueve idiomas, persiguió nazis durante la II Guerra Mundial e incluso colaboró en la grabación de diversos discos de heavy metal.

Ha muerto de una insuficiencia respiratoria. Bueno, eso dicen los médicos; habría que ver qué ha pasado en realidad… Yo creo que ha muerto sorprendido por la luz de una ventana que al amanecer debió estar cerrada, por el efecto de tanta estaca clavada en un mismo lugar del pecho, derrotado por la mediocridad de tantos efectos digitales y de tanto actor guapete que cree que actuar es ser ‘verdadero’.

Pero, sea por la razón que sea, Christopher Lee ha muerto. ¿Qué será del Mal a partir de ahora?... Y, peor aún, ¿qué será del Bien?

Por cierto, leo en la edición digital de este mismo periódico que el Banco de España «sugiere» que se incremente el IVA y otros impuestos a los españoles. ¿Que por qué meto al Banco de España en un artículo sobre Drácula?