PSOE y Podemos libran en el Consell d’Eivissa una dura batalla por la imagen. Parece una batalla por los sueldos, pero no creo que ni a unos ni a otros les importe tanto si los consellers van a cobrar un 5, un 10 o un 25 por ciento menos. En realidad, se trata de una lucha por ver quién va a ocupar al final el centro de la foto.

Es una batalla cruenta y nada banal, habrá un perdedor, y el ganador alzará una copa cargada de valor simbólico: el PSOE se juega su papel de primer grupo de la izquierda, que aún tiene la capacidad de liderar el cambio político; por ello, los socialistas se han enrocado en este punto, porque solo faltaría que los de Podemos les digan qué tienen que cobrar; si finalmente el PSOE acepta una rebaja del 15 por ciento, como quiere Podemos, su liderazgo quedaría en entredicho.

Por su parte, Podemos se juega su condición de fuerza regeneradora y emergente; regenerar la política, según ellos mismos han establecido, pasa por bajar los sueldos de los políticos de forma «significativa»; son muy conscientes de que, buena parte de la eficacia de la marca Podemos, depende de dicho carácter transformador, y por ello no están dispuestos a tolerar una rebaja de solo el cinco por ciento, como quiere el PSOE.

Lo que antecede es una burda simplificación, pero es un intento de responder a una pregunta que me hago desde hace días: ¿Por qué narices lo del Consell parece una auténtica pelea de gallos, si luego PSOE y Guanyem-Podemos dicen que están de acuerdo en casi todo?