Ayer el pueblo de Jesús fue testigo durante la celebración de su día grande de un hecho que por su rareza fue casi histórico. Vicent Torres y Vicent Marí, dos Vicents, dos representantes de partidos políticos tan antagónicos como el PSOE y el Partido Popular, presidente del Consell d’Eivissa y alcalde de Santa Eulària, demostrando sus habilidades en el ball pagès juntos, casi codo con codo, y sin que el mundo se parara ni pasara algo sobrenatural. Lo que demuestra a la perfección que en esta vida se puede ser normal y respetar al vecino mucho más de lo que lo hacemos. Aunque se sea político. Al final, todos somos personas, más allá de que nos guste lo que dicen o proponen los rojos, azules, naranjas o ‘el de la coleta y las pulseras’.

Sin embargo, en estos tiempos extraños que nos han tocado vivir, todos aquellos que llenaron el salón parroquial de Jesús fueron unos privilegiados. ¿O acaso imaginan ustedes a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez bailando juntos una lambada? ¿A Artur Mas y el rey Felipe VI con dos bailarinas mientras suena un vals? ¿A Albert Ribera y Pablo Iglesias en el mismo salón sin lanzarse pullitas? ¿o a Manuela Carmona y Sonsoles Cifuentes bailando un chotis en las fiestas de la Paloma, cuando desgraciadamente la primera se negó a ir a la apertura de la celebración más popular y con más arraigo de su ciudad, aun siendo alcaldesa? Creo señores, y sin ir muy descaminado, que todos ustedes responderían rápidamente que parece imposible imaginar una escena parecida. ¿Dónde se perdió la normalidad? ¿Cuándo la crispación política lo invadió todo?

No lo sé. Pero les puedo decir una cosa. Este humilde periodista, ayer viendo a Vicent Torres y Vicent Marí en Jesús se hizo ilusiones. Pensó que otra política es posible. Pero duró poco, desgraciadamente, al ponerse a escribir el artículo y repasar nombres se dió cuenta de su error. Despertó del sueño vivido en Jesús y volvió a la realidad.