Se acabó la Navidad, se acabaron las fiestas, las cenas familiares y las comidas de larga sobremesa con amigos. Ahora la situación se repite igual que cada año por estas fechas y esta semana lo he vuelto a comprobar en primera persona. El lunes el gimnasio era un auténtico hervidero humano. Parece que la gente se ha tomado en serio eso de poner en práctica los propósitos de año nuevo desde el minuto cero, se han puesto manos a la obra y no han querido dejar pasar ni un día más para empezar a hacer ejercicio. Y es que perder peso y llevar una vida algo más saludable son dos de las cosas que más de moda se ponen las primeras semanas de enero. Entre los excesos navideños, los remordimientos de consciencia, los agobios y las ofertas que estos días ofrecen los diferentes centros deportivos de la isla son muchos los que, por un momento, se han venido arriba y se han hecho con el kit completo para lucir en su nuevo centro de entrenamiento. Pero seamos realistas, pasarán unos días, unas semanas y el entusiasmo se desvanecerá de la misma manera y con la misma rapidez que les dio el subidón, los gimnasios recuperarán su normalidad y los que somos socios de todo el año, no sólo para paliar nuestros remordimientos después de habérnoslo comido todo, recuperaremos nuestro espacio en vestuarios, clases o salas de máquinas. Porque está comprobado que de cada cien personas que se matriculan en esta época al gimnasio, más de la mitad se acabarán desapuntando más pronto que tarde. Decir que vas a entrenar queda bien, pero no nos engañemos estar en forma no es cuestión de días, ni de semanas, ni simplemente de pagar una cuota a sabiendas que no vamos a amortizar. Estar en forma requiere de constancia, de rutina, de fuerza de voluntad, de tener una alimentación adecuada y, sobre todo, de tomarse el deporte como una forma de vida. Al final, para muchos la intención es lo que cuenta, aunque la fiebre del gimnasio les dure solo un par de meses, como mucho.