Hemos llegado a un punto de no retorno. Houston tenemos un problema y grave. Una mañana de la pasada semana en la que el sol brillaba y el frío se asomaba por la puerta decidimos ir a tomar un cafelito al sol en familia. Quisimos darle una oportunidad a un local de ese pueblo que actualmente posee un acceso casi imposible gracias a sus interminables obras (lo son para los que allí viven) y que se encuentra prácticamente al lado de Vila. Al llegar pedimos dos cafés con leche y una tostada con tomate y queso. A éste último y simple manjar mi hijo lo llama «pizza», ya entenderán el porqué de la aclaración. A la camarera no se la veía segura ante semejante comanda. Pasó el tiempo y llegaron los cafés. Pasó mucho más tiempo y la amable joven se acerca a la mesa, la única ocupada, con dos platos en la mano. Hasta aquí todo podía ser normal. Dejo de serlo cuando constatamos un tanto sorprendidos que un plato tenía tostadas parecidas a las que se compran en el supermercado con casi una ensalada de tomate arriba, y el otro pequeñas porciones triangulares de diferentes quesos y en el centro unas nueces con unas hojitas verdes.
OPINIÓN| Luciana Giannini
Mejor que no nos vean
Eivissa21/01/16 0:00
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