La célebre frase en la conexión entre la tripulación del Apolo XVIII y la torre de control no tuvo toda la carga trágica con la que después ha pasado a la historia, pero es un recurso socorrido cuando algo no anda bien.

En nuestro caso, la conexión de alerta la lanzarían los vecinos de la isla. ¡Eivissa, tenemos un problema! Bueno, más de uno e interconectados.

La vivienda es uno de los más acuciantes. Cada vez hay más personas que tienen que renunciar a un trabajo porque es harto complicado encontrar un alquiler para todo el año y los precios que se piden están fuera de mercado. La burbuja sigue creciendo y nos encontramos con aberraciones como cobrar 500 euros por disponer de un colchón en una habitación, 800 euros por una terraza habilitada como vivienda por el ‘agente inmobiliario’ que la pone en el mercado o hasta 1.800 euros por semana por vivir en un viejo barco de 8 metros de eslora. Se trata de tirar la caña y si pican, han picado. Aprovechados los hay en todas partes.

Si encuentras casa tienes un tesoro. Pero ojo, si vives en puntos como Sant Jordi necesitas también una buena reserva de agua porque el suministro público se corta día sí, día también. A ello hay que sumar que lo que sale por el grifo dista mucho de ser agua.

El problema de la vivienda afecta a toda la isla. De reservas hídricas también vamos escasos y lo peor es cuando encima el Ayuntamiento de Sant Josep te cobra el agua a precio de botella de Mumm en un beach club.

Al suspenso en vivienda y en materia hídrica se añade un tercer mal que afecta sobre todo al Levante de la isla. Los que enfilan a diario la carretera de Santa Eulària saben muy bien que han de armarse de paciencia para hacer la travesía. Por el bien de la isla y sus habitantes, esperemos que se ponga cordura y lleguen soluciones, o saldremos en cohete.