Nadia Blanco tiene 11 años y sufre una enfermedad degenerativa que no tiene cura. Esta frase escueta es la única verdad del «caso Nadia», en cuya difusión y seguimiento se ha desvanecido mucho más que 918.000 euros; se ha esfumado la confianza de miles de personas que se creyeron una historia de amor de un padre a una hija. En su delirio, Fernando Blanco, el otro protagonista de esta historia, tiñó de negro su dolor, afirmó padecer cáncer y no someterse a tratamiento alguno para centrarse en Nadia e, incluso, haber volado a Afganistán para encontrarse con una eminencia médica en una cueva, bajo el ataque de las bombas. En su locura inventó historias dignas de «El Santo», pero más propias de un demonio, que pasaron la criba periodística de cientos de medios de comunicación que le dieron pábulo por humanidad ante un comportamiento inhumano. Quien comete una estafa haciendo uso de menores, enfermos o personas en riesgo de exclusión social delinque dos veces.
Caso Nadia
Nadie escuchará a Nadia
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