Qué tiempos aquellos en los que Pedro Sánchez paseaba por la Marina, a 40 grados a la sombra, e iba rodeado por un par de docenas de altos cargos del PSOE balear e ibicenco. Resulta que a Sánchez se le ocurrió venir un par de días de vacaciones a un hotel rural en Sant Llorenç y convocó a sus compañeros, algunos de los cuales viajaron desde Palma (imagino que se lo pagaron de su propio bolsillo o igual convocaron una reunión inútil para que lo pagase el Govern), para repetir el ya famoso «no es no» de la investidura de Rajoy. Aquel paripé fue ridículo, innecesario y gratuito. El tiempo ha demostrado que Sánchez estaba más perdido que un pulpo en un garaje. De aquellos afectuosos y fieles camaradas ya solo queda Sofía Hernanz. Tiene mérito la diputada socialista, que se ha quedado más sola que la una en su apoyo al exlíder del PSOE. Este fin de semana han empezado a sacar la cabeza aquellos para los cuales Sánchez ya no es alternativa y optan por Patxi López. Se veía venir. Sánchez lleva varios meses sin rumbo y ha convencido a muchos de que no sirve ni para presidente de su escalera. El PSOE tiene un problema muy profundo y me parece que ni Patxi López, ni Susana Díaz, y mucho menos Pedro Sánchez, podrán arreglarlo. Es un problema de mensaje, de perfil político, de convertirse en alternativa de verdad, con propuestas coherentes, pero poco ayudan estas traiciones en público y en las redes de los que hace poco actuaban con una fidelidad perruna hacia Sánchez y ahora, cuando la ‘jefa’ balear ha hecho sonar el silbato, le dan la espalda. ¿Y si Sánchez gana el próximo congreso? Pues que volverá a ser el mejor, el más guapo, el más alto, el gran líder, el...