A lo largo de esta semana hemos estado reviviendo la Pascua para que este gran acontecimiento de Jesucristo influya en nuestra vida. Por eso, para hacernos bien, la gran solemnidad del pasado domingo se prolonga a lo largo de toda esta semana. Y hoy es el domingo siguiente a la Pascua que el Papa San Juan Pablo II en el año 2000 concedió el nombre de Domingo de la Misericordia, acogiendo así las enseñanzas de la joven Santa Faustina Kowaslki, joven santa religiosa de su diócesis de Cracovia aunque él no la conoció en los años en que ella vivió.

Elena Kowalski nació en Glogowiec en 1905, cerca de Cracovia, en Polonia. Unas pocas semanas antes de su vigésimo cumpleaños, entró a la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de Misericordia, adoptando el nombre María Faustina. En 1928 tomó los votos definitivos como monja. El 22 de Febrero de 1931, tuvo una visión de Jesús en el pueblo de Plock, Polonia. Sor Faustina relata en su diario lo que Nuestro Señor le dijo de esta manera: «Pinte una imagen de acuerdo a esta visión, con las palabras ‘Jesús, en Vos confío’ Yo deseo que esta imagen sea venerada, primero en tu capilla y luego en el mundo entero.». En el pasado Año Jubilar de la Misericordia he visto con satisfacción como esta imagen ha sido colocada en varias parroquias de nuestra Diócesis.

A partir de 1931, Faustina, tuvo otra serie de revelaciones de Jesús. Todas ellas las escribió en su diario de más de 600 páginas, un libro que tengo, que leo mu chas veces y a quienes se lo dejo me hablan siempre bien de él. Sor Faustina murió de tuberculosis, el 5 de octubre de 1938, en Cracovia. Sus restos mortales yacen en la capilla del convento bajo la milagrosa imagen de la Divina Misericordia, fue beatificada el 18 de abril de 1993 y canonizada el 30 de abril del 2000 por S. S. Juan Pablo II. Y al canonizarla, ayudándonos a acoger esas enseñanzas estableció el Domingo de la Misericordia.

En las palabras que Jesús le dirigía está esta expresión: «Yo quiero que esta imagen sea solemnemente bendecida el primer domingo después de Pascua; ese domingo ha de ser la Fiesta de Mi Misericordia. En aquel día están abiertas las entrañas de Mi Misericordia. Derramaré un mar entero de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia; el alma que se confiese [dentro de ocho días antes o después] y comulgue [el mismo día] obtendrá la remisión total de culpas y castigos»

En la homilía de la canonización de Santa Faustina San Juan Pablo II dijo: «En todo el mundo, el segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al género humano en los años venideros». Curiosamente estas palabras no las tenía escritas en el texto sino que se le ocurrieron y las improvisó.

Esta fiesta, enriquecimiento de la Pascua, tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos... «y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia» (Diario, 723). En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones... «porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil» (Diario, 742).

Con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla y la Novena a la Divina Misericordia; confesarse -para la cual es indispensable realizar primero un buen examen de conciencia-, y recibir la Santa Comunión el día de la Fiesta de la Divina Misericordia.

Que sea, pues, para todos nosotros un domingo en el que alegres de la Resurrección de Jesús, prólogo de nuestra personal resurrección, confiemos en la misericordia de Dios y acogiéndola seamos nosotros misericordiosos con los demás, porque si amamos a los otros sin excepción, recibiremos abundantes gracias de Dios.