No le conocía personalmente, pero me crucé en más de una ocasión con él en esas carreras que dan vida a la isla los domingos por la mañana. Ayer, en Sant Josep, su trágica muerte heló el corazón de centenares de corredores que estaban preparados para disputar la Ibiza Media Maratón. La voz de la speaker se quebró cuando reclamó la atención de los corredores para explicar en varios idiomas porqué la de ayer era una salida diferente, fría. El clásico buen ambiente que reina en las salidas se había destrozado 24 horas antes. Él, Daniel Viñals, tenía que estar en la línea de salida con la camiseta rosa de su equipo, el Eiviatletisme. Él, Dani, el dorsal número 130 de la última Vuelta a Ibiza en BTT, ya no podrá parar más cronos por la irreponsabilidad homicida de un joven que paró de golpe su reloj vital con tan sólo 34 años. Como rezaban los carteles que llevaban sus compañeros al entrar en meta: «Daniel Viñals, siempre con nosotros». Muchos llevábamos 24 horas pegándole vueltas a la mala hora en que un joven decidió reventar la noche de Ibiza a base de alcohol y drogas. La mala hora en que ese mismo joven decidió ponerse al volante de su potente coche. La mala hora en la que ese temerario decidió adelantar en una zona donde no podía. La mala hora en la que golpeó a Cristian y embistió a Dani. La mala hora en la que se dio a la fuga, negándoles el socorro... Las malas horas que pasaron sus familiares hasta que los médicos les comunicaron el fatal desenlace.

Desgraciadamente, la muerte de Dani no es la primera y tampoco será la última, pero debería llevar a una mayor concienciación respecto a los excesos al volante, la inseguridad que sufren los ciclistas y las deficiencias de la isla.