Hace ahora treinta años fui a Ibiza a ver, a entrevistar, a don Joan Marí Cardona, magnífico historiador que se sabía de memoria casi todos los documentos de la historia pitiusa, ya tenía don Joan una obra densa y copiosa que abarcaba desde los caminos, al folclore, la vida en el campo... todo lo imaginable e inimaginable sobre lo que fueron las islas Pitiusas desde nuestros abuelos hasta la Ia época árabe-islámica. Don Joan me recibió en una residencia de ancianos cercana a Vila. Era una persona muy agradable y resultaba muy ameno escucharlo. Desgraciadamente hombres sabios como él ya no los produce el sistema educativo español, verdadera fábrica de burros en serie, con perdón y mis respetos para el animal solípedo. En un par de horas repasamos la historia de Ibiza y Formentera que era el objetivo de la entrevista. Sus respuestas, muy jugosas. Me contó que la historia de la Isla es una obsesión por la subsistencia. Que a los baleares nos falta conciencia de pertenecer a las Baleares, da la impresión de que cada uno es de su isla. Que el objetivo de la conquista era uno: repoblar la Isla para sacar rentas. Me habló sobre aquella Formentera despoblada durante algunos siglos y que prácticamente casi desapareció del mapa. Cómo la fiesta de Sant Jaume se celebraba cuando las labores campesinas se terminaban, «el país estaba entonces tranquilo, no había trabajo inminente». Le pregunté en seco, ¿qué fue Ibiza? y me dijo: «unas cuantas fincas en las que se trabajaba, unos pocos soldados profesionales que además eran zapateros, sastres, pescadores y que representaban a su manera al al poder central, un castillo, una vida ordenada a la usanza del Antiguo Régimen y una vida cotidiana extremadamente precisa con todos sus tiempos marcados».