Es necesario rescatar Vila de la prepotencia de los que la gobiernan. Resultará raro que en democracia sea necesario rescatar las instituciones para que el debate, el contraste de pareceres, la acción concertada y no el ordeno y mando sea lo primero a recuperar en el gobierno municipal, antes incluso que la necesaria recuperación de políticas acertadas. Resultará raro, digo, pero es la paradoja que estamos viviendo en nuestra ciudad, donde se hace necesario reclamar antes que políticas acertadas el propio espíritu democrático del ejercicio del gobierno.

Hace unas semanas el alcalde de Vila, Rafa Ruiz, dijo sobre él mismo que sería recordado como el alcalde de las obras, sin embargo, (dejando de lado el narcisismo del pronóstico) resulta más acertado pronosticar que será recodado por ser el alcalde que hirió de muerte el pequeño y mediano comercio en nuestra ciudad y por la prepotencia en las formas de su gobierno.

Si iniciamos el año sin fiesta de Nochevieja porque el equipo de gobierno decidió no instalar la tradicional carpa en Vara de Rey, ahora lo acabamos con la indignación de los comerciantes ya que, por primera vez, no se han colocado luces de Navidad en muchas de las calles que agrupan este tipo de comercios. Algo que resulta más inverosímil si tenemos en cuenta que los mismos propietarios se ofrecieron a buscarlas y a pagar la luz correspondiente y recibieron la negativa del equipo de gobierno. El propio paseo Vara de Rey es una sombra de lo que fue durante años en estas fiestas navideñas y el enfado es generalizado entre los comerciantes de la Plaza del Parque.

Negativas y ordeno y mando para con los vecinos de s’Eixample, que se sienten engañados a pesar de las numerosas firmas recogidas y a los que, en definitiva, no se está teniendo en cuenta en un proyecto no poco importante y que les afecta de lleno como es el centro de baja exigencia que –sin escuchar a nadie- se pretende instalar en la calle Vicente Serra y Orvay.

Otro tanto cabe decir de los comerciantes del Mercat Nou, que prevén un futuro desfavorable ante el cierre de locales y el final de la concesión en 2018, una situación próxima y sobre la cual el equipo de gobierno todavía no tiene decidida su postura –pese a que el Gobierno Central ya ha presupuestado la actuación en los PGE 2017-, creando una injusta incertidumbre a las familias que de allí dependen.

Sin dejar de lado el barrio de la Marina de Vila, en el que abundan los carteles de venta y traspaso al anunciar los comerciantes el cierre de sus negocios tras muchos años ofreciendo servicios a los vecinos, fruto de una política prepotente que lleva a desdeñar incluso el plan de movilidad alternativo presentado por el PP Ciutat de Eivissa por el mero hecho de que lo presente el PP.

Y así, barrio tras barrio (no falta ni uno por enfadar) hasta dejar el municipio de Vila con la menor cantidad de comercios en lustros, obviando la dinamización que aportan a nuestras calles y a nuestra economía.

Llevamos más de dos años de bloqueo y políticas equivocadas, pero es aún más triste la prepotencia del equipo de gobierno y su Alcalde y falta de comunicación de estos responsables políticos con vecinos, comerciantes, asociaciones, con los que son los protagonistas de la construcción de nuestra propia ciudad antes que el protagonismo que quiera concederse cualquier alcalde.

Lo dicho: antes que nada es necesario rescatar Vila de la prepotencia para a continuación desplegar las políticas acertadas que nacen del debate y la acción concertada con todos los que queremos para nuestra ciudad una visión clara de los problemas y unas soluciones mejores para el futuro.