Fue el primer Pablo Iglesias, el fetén, el verdadero, un señor que estaba en la defensa del movimiento obrero, pero que también era un individuo que destilaba bilis en el sentido de que, por ejemplo, le parecía bien que alguien asesinara a Antonio Maura, que fue un excelente jurista y político reformador en una época ciertamente muy convulsa. Luego tenemos al segundo Pablo Iglesias, alias Coleta Mojada, que es el látigo de los Bárcenas, de los chorizos pero solo de los chorizos del PP (que haylos y de Cantimpalos), los chorizos de su izquierda no le interesan. Pablo para hacerse visible porque la gente ya lo ve invisible, suelta boutades en forma de consigna asamblearia, pero eso ya empieza a cansar al votante entre otras cosas porque los podemitos (sic) casi nunca nos dicen cómo se va a mejorar esto o aquello práctico (pensiones, sistema sanitario, etc.), con qué dinero se va a dotar, se quedan eso en la frase fácil de «este es un facha y el otro está contra los pobres». Estos anticasta en la casta son gente de ideología demasiado pura, tan puros como Maduro, pero no son gente de gestión y con el tópico se va a pocos sitios, ellos al escaño, desde luego, pero los demás iríamos al paro. Lo último que ha dicho Iglesias II es que «(mientras) Camps (va) en un deportivo, los Jordis (están) en prisión (y eso) es una vergüenza». Pero es que no sabe que los Jordis, desde sus organizaciones, eran receptores de un montón de dinero público que se debería haber destinado a los más desfavorecidos y que se gastó en cainizar a los catalanes. El humo del Coleta ya no comunica tanto, lo dicen las encuestas de hace un par de días.