Siempre he pensado que las organizaciones, entidades o plataformas sociales exageran muchas veces en sus reivindicaciones pero que todas son necesarias para que ejerzan de contrapeso de muchos de los excesos que se cometen, sobre todo en materia de protección del territorio. Sin las reivindicaciones de las organizaciones ecologistas muchas zonas que siguen vírgenes hoy en día en Baleares estarían repletas de hormigón desde hace años. Es justo decirlo y reconocerlo. Ahora bien, en ocasiones parece que estas organizaciones hacen planteamientos que están fuera de toda lógica y sentido común, como ha hecho Prou! al proponer el cierre de todos los beach clubs de Ibiza. Da igual si son legales o no. Es intrascendente si generan puestos de trabajo o no. Para Prou! todos los beach clubs tienen que echar el cierre. Y todo porque en algunos espacios públicos se pueden cometer excesos y los ayuntamientos responsables no actúan por incompetencia o porque el empresario de turno, porque también los hay, cree que el espacio público le pertenece. No sé si los integrantes de Prou! han pensado en las consecuencias económicas que supondría el cierre de los beach club, si les da igual que miles de personas pierdan sus puestos de trabajo, y que una parte de la economía de Ibiza se vaya al carajo. De verdad, cuando se dicen cosas como estas deberían medirse las consecuencias porque luego hay ayuntamientos, como los de Sant Josep y Sant Antoni, que viven pendientes de los titulares de prensa para actuar y, por supuesto, sin medir tampoco las consecuencias. Estos sí que son peligrosos. Hacer política con determinadas obsesiones no puede ser bueno. Ni políticamente ni tampoco mentalmente.