Pablo Iglesias se está convirtiendo en el verdadero superministro o chacha de Sánchez. El presidente de 84 escaños y el propietario de la mansión de Galapagar están codo con codo para desbloquear los asuntos candentes de España, incluso del mundo. Da la impresión de que Sánchez a abducido a Coleta y lo tiene de aquí para acullá currando, como si fuera su chacha. El otro día lo mandó a ver a Quim. El president le regaló un libro con placa de un campo de concentración e Iglesias le dio otro libro en vez de darle un disco de los Manolos (que eso sí es el pueblo, Pablo), o de Carmen Amaya o una camiseta de la Roja con el nombre de Quim Torras grabado detrás en amarillo y con el número 155. Pablo, cual telonero, fue a ver a Quim para preparar el terreno a su presidente Schez. El segundo viaje de este Marco Polo de Podemos ha consistido en ir de incógnito, aunque nos hemos enterado todos en seguida, a la cárcel de Estremera a ver a los Jordis. Pablo con tanta ostpolitik no vas a tener tiempo siquiera cambiarte tu camisa de Carrefour en la mansión de Galapagar. A Pablo le vendrá bien esa playa, con chiringuito, que quiere hacer la alcaldesa Carmena en la plaza Colón de Madrid, entre tanto trasiego podrá en ese espacio choni tomarse un mojito mientras Schez le llama y le indica cual es su trabajo siguiente que seguramente será acercarse al País Vasco o a Venezuela. Mientras tanto, Sánchez es recibido con honores militares por la Merkel, ambos están con lo de refugees welcome. Rajoy está, panza arriba, releyendo tranquilamente el Marca en Santa Pola y Armengol tiene la misma financiación que tenía con los fachas pero ahora está bien y no hay problema.