Cuando nació el Hijo de Dios, los ángeles piden paz y reconciliación con Dios.
El que es Dios y hombre verdadero viene al mundo enviado por el Padre del Cielo para que los hombres se salven por Él. Este misterio nos manifiesta las maravillas de Dios. En aquellos contornos de Belén había unos pastores que vigilaban su rebaño durante la noche. Un ángel del Señor se les presentó y les dijo: «No temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría, que lo será para todo el pueblo; hoy os ha nacido en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor».

A la gente sencilla y humilde es a la que primero se anuncia la buena nueva del nacimiento de Cristo. Dios muestra predilección por los humildes. Se oculta a los que presumen de sabios y prudentes y se revela a los pequeños, a la gente sencilla. Del Salmo 46 entresacamos estas palabras: «Dios es el rey del mundo, Dios reina sobre las naciones. Dios se sienta en su trono sagrado. Está sentado a la derecha del Padre, y su reino no tendrá fin». Cuando el arcángel Gabriel anuncia a María de parte de Dios, el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, le dijo: «Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin».

Cuando los Magos, guiados por una estrella –la Luz de la Fe–, al llegar a Jerusalén preguntaron: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? El profeta Míqueas había anunciado el lugar: en Belén de Judá. En la Pasión, cuando Pilato le pregunta: ¿Tú eres rey? «Tú lo has dicho, soy rey, pero mi reino no es de este mundo». En la crucifixión, en la parte superior de la cruz estaba escrito en hebreo, latín y griego: Este es Jesús el Rey de los judíos.

¿Qué clase de rey es un crucificado? Parece una paradoja, un sinsentido. Escándalo para los judíos, necedad para los griegos. Pero también en la cruz, el Señor Jesús verdaderamente reina y atrae a todos hacia Él.

Jesús es Rey de reyes y Señor de los señores. El Reino de Cristo no está basado en el poder político, en el económico o en la fuerza de las armas. Cristo ha entregado al Padre el reino eterno y universal, el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia.
¡Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera!

Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Sus mandatos son fieles y seguros. Obedeciendo los mandatos de Cristo, Rey del Universo, podremos vivir eternamente felices con Él en el reino del cielo.