Dice sabiamente el refranero español aquello de ‘dime de qué presumes y te diré de qué careces’. Es por eso que a lo largo de esta legislatura nos hemos acostumbrado a los artículos de opinión que el equipo de gobierno del Consell publica con ordinaria periodicidad para magnificar una gestión que únicamente elogian ellos mismos.

La realidad es que el equipo de gobierno del Consell d’Eivissa, a pesar de su afán en ondear la bandera del transporte público, ha sido incapaz de llevar a cabo una sola medida a favor del transporte público. Estos días, desde el PP hemos denunciado la incapacidad de Vicent Torres y de su equipo para sacar adelante la concesión de transporte público regular de pasajeros. Una concesión que debía estar en marcha el próximo 1 de enero y de la que ni tan siquiera se ha hecho la tramitación administrativa correspondiente.

De poco sirve incrementar los cargos de confianza en más de 500.000 euros anuales si éstos son incapaces de gestionar lo más básico. Ni ha sabido hacerlo la consellera Pepa Marí, al frente de un Departamento de Movilidad que brilla precisamente por su inmovilidad; ni el director insular David López del que no hemos tenido ni rastro en 3,5 años; ni mucho menos su coordinador Di Terlizzi que prefiere dedicar su tiempo a pontificar en las tertulias. Y todo esto ante la impasible mirada del máximo representante del Consell d’Eivissa, Vicent Torres, que lleva escondido semanas y al que ya poco vemos o escuchamos.

Este abandono por parte de los responsables políticos del Consell obliga a prorrogar las actuales concesiones de autobuses por lo que la mejora del transporte público es proporcional a cero: no se amplían las líneas ni las frecuencias, ni tampoco se mejoran las paradas.. Y mucho menos se mejoran los vehículos, por lo que con esta prórroga de las concesiones seguiremos viendo cómo Ibiza, destino turístico de referencia, se convierte en cementerio de autocares viejos que otras ciudades retiran por su mal estado y que acaban circulando por nuestra isla e incluso, en algún caso como hemos visto este verano, acaba incendiado por nuestras calles.

Seguramente, en unos días volveremos a ver publicados alguno de estos artículos que los miembros del Consell d’Eivissa escriben para explicarnos lo maravillosamente que funciona el Consell y las incalculables ventajas de que las fuerzas del cambio se hayan instalado a una institución que, según éstos, no servía para nada antes de su llegada.

En cambio, lo que no veremos serán los carriles bici prometidos por Vicent Torres; ni la mejora del transporte público a través de una nueva concesión; ni el Cetis que debía estar abierto a las dos horas de gobernar; ni el consorcio de movilidad que prometió reactivar el presidente; ni el alquiler insular de bicicletas que debía estar funcionando en 2016, ni mucho menos el tranvía eléctrico que debía unir el puerto de Vila con el aeropuerto.