Los policías nacionales que investigan el delito de revelación de secretos que podría suponer la filtración continuada e interesada de partes de un sumario declarado secreto, apuntan al exjuez instructor del caso, el magistrado juez Manuel Penalva, y al fiscal Miguel Ángel Subirán. Así se lo comunicaron oficialmente y por escrito al actual juez instructor del ‘caso Cursach’, Miquel Florit. Llama poderosamente la atención que esta circunstancia de extraordinaria gravedad y relevancia, haya pasado tan desapercibida para gente a la que durante mucho tiempo, el simple hecho de que el nombre y apellidos de alguien apareciese en un papel con membrete del Cuerpo Nacional de Policía, de la Guardia Civil o de la Fiscalía Anticorrupción, era motivo más que sobrado para publicarlo y dar por absolutamente ciertas, probadas e indubitadas las sospechas de los investigadores. Poco importaba si se sustentaban en pruebas sólidas o no; o si el juez apreciaba motivos para llamar a declarar al aludido. ¡Qué más da! Lo dice la Policía, ¿no? Pues arreando.

El daño que se pudiese ocasionar a aquellas personas, en muchas ocasiones ajenas a que estaban bajo la lupa de los agentes, nunca fue tenido en cuenta. Nada valía y aún hoy, nada vale. Ni el perjuicio personal, familiar, profesional, social o económico que les acarrease la publicación de su nombre junto al de otras personas y asociado a casos de corrupción o a delitos graves. Ahora sabemos que hubo ocasiones en que aquello conllevó un estigma imborrable, a veces la ruptura familiar, el despido del trabajo o la ruina del negocio que tenían. ¿Quién querría tener la más mínima relación con alguien a quien la Policía investiga o de quien sospecha? ¿Por qué arriesgarse o evitar prejuzgar a quien la prensa cita, a veces en grande?

Pero también ha habido gente decente a quien que la Policía cite un nombre no le ha parecido razón de peso para despellejar públicamente. Hay a quien no basta que un policía señale o investigue o sospeche, que para eso están los policías. Hace falta algo más: una imputación del juez, por ejemplo. Es asombroso que ahora algunos no consideren relevante ni noticioso que la Policía señale a un juez y a un fiscal, cuando en innumerables casos eso ha sido razón de sobra. Ahora no es el caso. Mejor ir a por Florit. Pobre.