Hace 2.700 años Ibiza ya era próspera mientras que Mallorca y Menorca estaban todavía en una edad de piedra y eran llamadas Gymnestas, las islas de los hombres desnudos, con temidos honderos que exigían su paga en vino y mujeres. En sus bodas se pasaban a la novia entre toda la tribu antes de darla al marido. Así aseguraban la descendencia y conjuraban los aburridos celos.

La muy femenina Ibiza es la polis más antigua de las Islas Baleares. Y según informa en su columna Jesús García Marín, la séptima de toda España. Y eso deja un poso cultural en la genética muy superior a cualquier aldea de bárbaros del norte que se civilizaron recientemente. Tal vez por eso, aquí a la cultura no se le hace ni caso...

El nombre de Ibiza proviene del cachondo pigmeo Bes, dios alegre y festivo, que ayuda a las al.lotas a encontrar amante y tornar en corderito al más corsario más fiero. Un dios eternamente enamorado de Tanit, que sabe que la noble lealtad es mucho más importante que la ñoña fidelidad. Posiblemente eso haya alentado a la isla a ser un matriarcado donde ellas mandan y escogen al zángano hedonista que perderá la voluntad bajo sus faldas; o a golpe de tragu (un brebaje secreto de potentes ingredientes que esclavizaba al macho casquivano). La historia de los festeig es ilustrativa: la al.lota era cortejada libremente, pero ella elegía. Y si había oposición paterna, simplemente se fugaba. El anar de finestres, las fuites, el piropo de la pólvora…dan una idea romántica de la historia de una isla que hoy vuelve a ser epicentro planetario de gozo y danza, donde ellas siempre han mandado.