El Siglo Futuro’ fue un periódico nacional que se editó en Madrid entre 1875 y 1936, respondía a los cánones carlistas e integristas. En el mismo se editó en 1897 un artículo titulado ‘Ibiza’ que leído hoy tiene bastante de actualidad y que apuntala aquella famosa frase lampedusiana «todo cambia para que nada cambie». Comienza el artículo diciendo que muchas personas ilustradas no saben dónde está Ibiza. Y entra pronto en harina: «Si es de lamentar ignorancia tan punible, mucho más lo es si nos ponemos a considerar el abandono en que la tienen nuestros gobiernos, los cuales sólo se acuerdan de ella ¡y esto es lo más triste! para estrujar al pobre contribuyente, si es que aún le queda algo de jugo». Eso es muy de ahora, el dinamismo de la economía ibicenca permite que la Isla funcione sola y que encima contribuya poderosamente a los dos centralismos, el de Sánchez y el de la Armengol. El articulista –cuyo nombre ignoramos y que pudo ser algún intelectual ibicenco que escribió al periódico– añade que ni siquiera la jerarquía eclesiástica se acuerda de Ibiza porque todavía no han mandado un nuevo obispo. Sobre los impuestos indica que se pagan demasiados y que antes apenas se pagaba nada (eso nos suena, ¡qué poco se pagaba hace treinta años si lo comparamos con la fiscalización que nos hacen hoy, pero si el Estado se lleva tres cuartas partes de la nómina, más los impuestos indirectos sobre el consumo y encima se lo gastan en chorradas y lazos amarillos). Al tratar la economía isleña comenta que el porvenir es espantoso porque la única riqueza es la agricultura, o sea que teníamos un monocultivo entonces y lo tenemos, el turismo: es la eterna letanía de por qué no tenemos políticos valiosos y preparados que poco a poco vayan diversificando los sectores económicos.