El PSOE ha decidido rehabilitar a Alfonso Molina para la política. De momento ha hecho el primer gesto, que es colocar al ex edil al frente de la negociación del pacto con Podemos. Después, ya veremos dónde lo colocan porque lo que parece claro es que para una parte del PSOE lo que hizo Molina con las subvenciones para cursos de formación es un tema menor que no merecía su dimisión como concejal. Sin duda las dos varas de medir que tienen en las filas socialistas son realmente escandalosas y no hace falta ni comentar la que se armaría si un cargo del PP ibicenco hubiese sido pillado por haber utilizado de manera ficticia y se hubiera beneficiado de unas subvenciones del SOIB que superaban los 27.000 euros. Pues para el alcalde de Vila en funciones Molina merece toda la presunción de inocencia que no tienen, en cambio, sus rivales políticos. Siempre he creído que el principal problema de los partidos políticos es el sectarismo y la falta de coherencia a la hora de analizar las cuestiones internas. Cuando ocurre algo inesperado, como fue el “caso Molina”, los partidos se atrincheran hasta que las evidencias son tan claras que deben tomarse medidas políticas. Recuerdo cómo el alcalde pedía explicaciones a la propia Conselleria de Treball para ver cómo se filtró el informe sobre Molina, en lugar de llamar a su exteniente de alcalde y pedirle explicaciones, que es lo que haría cualquier político mínimamente responsable. Pues el próximo paso, y estén atentos a la jugada, es darle un cargo a Molina. Que Ruiz lo sitúe en la sombra, que es lo que sabe hacer a la perfección, pero ya conocemos la altura ética de los socialistas ibicencos. Tras el episodio de transfuguismo de Sant Antoni, la defensa de Aída Alcaraz, y ahora la rehabilitación de Molina dejan el nivel muy bajo. Para que luego exijan a sus rivales políticos.