Cuesta entender la doble vara de medir de los políticos cuando están ante supuestas irregularidades o corruptelas, dependiendo del partido al que esté afiliada la persona que las protagoniza. Si se trata de alguien de la propia formación, todo se minusvalora y se disculpa. Pero ante idéntica conducta, si se trata de un adversario político, el rigor es máximo y no hay excusas que valgan. El PSOE ganó las elecciones municipales en Eivissa aunque sin mayoría absoluta. Rafa Ruiz conseguirá ser alcalde cuatro años más si convence a los dos ediles de Podem-Esquerra Unida para que le apoyen y les ha ofrecido integrarse en el equipo de gobierno. El exdiputado autonómico Aitor Morrás, cabeza de lista de Podem en Vila, encabeza las negociaciones.

Los socialistas han integrado en su equipo negociador al exteniente de alcalde de Hacienda, Alfonso Molina, que tuvo que dimitir en mayo del pasado año al trascender a la opinión pública que el SOIB le reclamaba la devolución de 27.000 euros de unas subvenciones cobradas por una de sus muchas empresas por dar cursos de formación a desempleados. Según el SOIB, entidad que preside el conseller socialista Iago Negueruela como conseller de Treball, Comerç i Industria del Govern, Molina era el nexo de unión de un «entramado societario» con el que se hinchaban los costes del personal y del material docente de forma «ficticia y fraudulenta», incluso recurriendo a subcontrataciones como si se tratase de una ETT. El concejal socialista dimitió declarándose víctima de una campaña y criticando a los funcionarios del SOIB por hacer juicios de valor. Pero a día de hoy se desconoce si ha devuelto el dinero indebidamente percibido que le reclamó el Govern, si la Administración le ha exigido la devolución de más cantidades, o si ha recurrido ante la Justicia por su disconformidad con el SOIB. Y pese a eso y a que, además, figura como investigado en un proceso penal como el ‘caso Eivissa Crea’ de supuesta corrupción, el PSOE lo coloca al frente de las negociaciones con Podemos.

Su interlocutor, Aitor Morrás, dice que no es cosa suya, que ya sabrá el PSOE lo que hace. Pero todo el mundo recuerda sus beligerantes intervenciones parlamentarias exigiendo al PP que echase “a la mafia” de sus filas, en evidente alusión al diputado Álvaro Gijón, investigado por el ‘caso Cursach’. Entonces incluso consideraba que Gijón no podía ni tomar la palabra en el Parlament. Ahora negociar con Molina, también imputado, no le da reparos. Hay que ver.