Estas fueron las últimas palabras del emperador César Augusto: «La función ha terminado, aplaudid!». Se clausura el circo electoral y ahora llega la hora de la verdad. Vicent Marí se ha alzado cual mirlo blanco hasta la presidencia del Consell d’Eivissa, lo cual supone una responsabilidad y un reto. Sus primeras decisiones nos anuncian un gobierno de marcado carácter municipalista y todo apunta a que el Consell será un aliado y no un mero órgano fiscalizador para los ayuntamientos de la isla. Su discurso de investidura ni siquiera dejó indiferente a la candidata podemita Viviana de Sans, quién declaró el acogimiento a las palabras del popular para después pasar al recelo. La política también está hecha de gestos, aunque Marí prefiera la acción. El consenso y la mano tendida en la ordenación del territorio, la vinculación de la agricultura con el turismo, la defensa de la lengua y la cultura, la voluntad de luchar contra el intrusismo ilegal, la preocupación por los recursos hídricos o el enaltecimiento de la imperiosa necesidad de acabar con los precios abusivos de la vivienda denotan una voluntad desgraciadamente atípica de trabajar pensando más en las necesidades de la isla que en las siglas de su partido. La política necesita menos mujeres y hombres de partido y más gestores eficientes. Ahora le toca demostrar estar a la altura de lo que esperan los ciudadanos que confiaron en él masivamente y de los que no lo hicieron. Sus primeros pasos son una bocanada de aire fresco que se suma al vigor que coge el PP de Ibiza con el nombramiento de José Vicente Marí Bosó como senador, un premio merecido que otorga a Eivissa un valioso representante en la cámara alta. Se acabaron las promesas, ahora se tienen que acompañar de hechos. Alea iacta est…