El hallazgo de un libro de filosofía publicado por todo un señor catedrático que es además la cuarta autoridad política de España por ser presidente de una institución, el Senado, que vale para poco o nada, un libro con «conincidencias» o «intertextualizaciones» como se dice ahora, pone sobre el tapete un tema muy importante que tendríamos que abordar aunque hay muchos intereses de capillitas y colocados: el de la baja calidad de la Universidad Española que incluye a nuestra UIB. Basta leer los títulos de las tesis doctorales para darse cuenta de que lo tratado no puede ser una tesis doctoral sino una forma de promoción interna dentro de un departamento en el que hacen a la fuerza, aunque no tenga conocimientos, profesor al que cae bien al jefe. La tesis sobre la marca España del presidente en funciones de España con un tribunal extraño, de colegas, y una flagrante falta de entrecomillados de lo que iba copiando sin citar la autoridad es un escándalo de primer orden; bueno y es increíble que se pueda ser doctor escribiendo nimiedades y copiando informes de chichinabo de los ministerios, te hagan profesor universitario y encima le quites el puesto a un doctor de verdad que se ha tirado veinte años investigando el comercio de aceite en Ibiza y el mundo Mediterráneo Antiguo (es un decir). En la Real Academia de la Lengua, en su fachada, se lee una gran inscripción en la que dice que «todo lo que no es tradición es plagio», pero parece que eso no se estila y que aquí la tradición consiste en plagiar para que el mediocre trepe. Y así tenemos un sistema educativo que si hace goteras por arriba resulta absurdo por abajo, con los niños en barracones como en Ibiza y una exclusión de los que verdaderamente valen por muchos que no valen.