Ya conocemos la fecha de una nueva jornada electoral, el 10 de noviembre. De nada sirvieron las elecciones del mes de abril y ello a pesar de que el resultado fue bastante claro. Los electores españoles decidieron que el vencedor fuese el Partido Socialista, si bien con un número de escaños insuficiente como para que Pedro Sánchez pudiera ser investido presidente únicamente con los votos de los diputados socialistas.

Ello abrió un escenario que a la mayoría le parecía lógico; un pacto de los partidos de izquierdas, que asegurara los apoyos parlamentarios necesarios para nombrar un gobierno progresista, ya que afortunadamente los partidos de derechas y de extrema derecha, no tenían los votos suficientes para conformar un gobierno conservador, o más bien extremadamente conservador y retrogrado, como los de Andalucía, Madrid o Murcia.

Transcurridos los meses que marca la ley y sin que hubiera un candidato con los apoyos necesarios para ser investido Presidente y que pudiera formar gobierno, surge ahora el debate sobre quién es el responsable de que todo haya acabado en una nueva convocatoria electoral. Está claro que ante una inminente campaña electoral, nadie quiere cargar con esa mochila; si bien hay algunas cuestiones que parecen muy claras y sobre las que vale la pena hacer una reflexión.

Las últimas elecciones las ganó con claridad el Partido Socialista, con lo que estaba claro que debía ser este el partido que formara gobierno. Para ello debía conseguir los apoyos suficientes para ir a una investidura con garantías y la lógica nos decía entonces que esos apoyos debían venir principalmente del otro partido de izquierdas, Unidas Podemos. Pero aquí es donde salta la sorpresa y este último, a pesar de haber perdido prácticamente la mitad de los diputados que tenía cuando dio su apoyo a la moción de censura que desbancó a Rajoy, ahora pretende tener todo el protagonismo y acaba impidiendo la investidura del candidato socialista.

Unidas Podemos ha pasado de pactar con el gobierno socialista unos presupuestos para 2019, a bloquear un gobierno de ese mismo partido que hubiese podido ejecutarlos. Y lo ha hecho fundamentalmente por la exigencia no admitida por el PSOE de ocupar determinados cargos en un nuevo gobierno. Claramente ha primado el interés de los del partido del Sr. Iglesias por ocupar unas sillas, ante el interés general de todos los españoles. No hay argumento que justifique esa actitud, ya que en ningún momento se avinieron a pactar un programa de gobierno que permitiera desarrollar y ejecutar ese presupuesto que en su momento pactaron estando fuera del gobierno de la nación. En ningún momento tuvieron en cuenta los beneficios que ello habría reportado a la mayoría de españoles y muy especialmente a aquellos grupos que más lo están necesitando, como son los pensionistas o los dependientes, por citar dos de ellos.

También se ha dicho que Balears debería ser un ejemplo de cómo se puede alcanzar un acuerdo de gobierno; pero lo que no se dice es que Podemos en Baleares nada tiene que ver con Unidas Podemos a nivel estatal. Aquí se ha apoyado al Govern desde fuera durante cuatro años, en ningún momento se ha tumbado un presupuesto de la Comunidad y cuando solicitaron formar parte del ejecutivo autonómico, aceptaron la propuesta del PSIB sin acusarles de no poder confiar en ellos. En Madrid no se ha buscado el interés general, allí algunos jugaban a otra cosa muy distinta, el interés personal.

Y dicho esto, señalar también, que sorprende el silencio sepulcral de los dirigentes y cargos públicos socialistas de Eivissa y Formentera, sobre este proceso de negociación llevado a cabo intentando conformar un gobierno en nuestro país. Siempre es interesante conocer la opinión de los responsables sobre un tema como este, si es que se tiene opinión, claro.