La sentencia por el golpe de Estado de charanga y pandereta, y contra la mayoría de los catalanes, que se hizo en Cataluña, en un salón poco solemne, sin coraceros ni heraldos, con Lluís Llach con su pañuelo palestino y los cantos de sirena de Yoko Ono y de Guardiola, ha sido realmente blanda en el sentido de que pegar un golpe de Estado en España sale muy barato y es muy posible que los reos, dado que dependen de instituciones penitenciarias catalanas, vuelvan a casa por Navidad. El victimismo y la ensoñacion sigue y parece que no va a terminar nunca. La Constitución dice a las claras que para disgregarse hay que ir al Congreso y que la soberanía está en manos de todos los españoles, ibicencos inclusive. Ahora bien, la pregunta que me hago yo es, ¿qué pintan los CDR en Ibiza? ¿Qué tiene que ver Ibiza con los aconteceres convulsivos catalanes? ¿Por qué en algunos círculos ebusitanos molesta tanto la sentencia y que Oriol Junqueras sea, según ellos, un preso político? ¿A qué se debe ese afán por prolongar y en hacernos cómplices de una decisión unilateral de una serie de políticos que se están cargando uno de los territorios más ricos de España? ¿Eso de influir en Ibiza, un territorio que no es el tuyo, a qué viene? No te puedes levantar un día, desayunar y decirle al Estado que te vas a independizar sí o sí. Y eso que el Gobierno de España tuvo paciencia suma: hasta mandaron cuatro requerimientos a Puigdemont para que éste afirmara que no se había declarado la independencia, se le solicitó que se diera él mismo (y a Junqueras) una salida y convocará elecciones. El rey en su discurso aclaró que la cosa estaba llegando muy lejos y que no siguieran por ese camino. Ahora, la sentencia, edulcorada, muy light, pero nada parece ser suficiente…