DICE Pedro Sánchez que quiere ser investido presidente del Gobierno antes de las fiestas de invierno para así poder aprobar en los meses inmediatamente posteriores su primer proyecto de Presupuestos Generales del Estado. No extraña que le acucie la necesidad, no en vano funciona desde hace año y medio con los que se aprobaron cuando gobernaba Mariano Rajoy. Pero que a Sánchez así le interese, tanto por las cuentas como por la previa investidura, no significa que lo tenga hecho, tal y como a través de algunos medios madrileños progresistas pretender dar por cierto. El presidente en funciones no controla el proceso por mucho que quiera hacer ver lo contrario.

LA aritmética marca que para alcanzar la investidura necesitará a ERC, de una forma o de otra. Sea a través de su voto afirmativo o, con más probabilidad, de su abstención para así dejar los noes por debajo de los síes en segunda votación. Es seguro que llevan hablándolo desde hace meses. Tanto el PSOE como Podemos y ERC sin duda tienen pensado cómo desembarazarse de Junts per Catalunya (JxC) y alcanzar un acuerdo que beneficie a los tres, en Madrid y en Barcelona. Pero que esté hablado no significa que concretarlo sea fácil ni rápido. La situación política en la capital catalana es tan frágil como en la Meseta y por ende cualquier nimiedad puede abortar lo deseado. ERC quiere el acuerdo pero a la vez acaricia la idea de alcanzar la presidencia del gobierno catalán. Y no conseguirá éste si cede a JxC la bandera de la resistencia contra la pérfida España que con tanto entusiasmo como nulo rédito político enarbolan Quim Torra y Carles Puigdemont. A la vez, sólo podría vender a su parroquia como un éxito la abstención o el voto afirmativo a cambio de una renuncia de ‘España’ -Sánchez- que tenga importancia simbólica y política. Y cualquiera de estas posibilidades son complejas y ásperas para el presidente por el riesgo que suponen que se entiendan como una cesión intolerable, que podría tener consecuencias imprevisibles.

EN RESUMEN: todo es complicado y necesitará de un tiempo que no lo marca Sánchez sino ERC.