No tengo claro cuando quise ser periodista. No se si fue cuando gané un premio en mi colegio, el Almazán, por un texto sobre cómo sería la Navidad del futuro o cuando no encontraba nada que me motivara. Nunca quise ser astronauta, piloto, ingeniero, jardinero o arquitecto para lamento de mi padre. Tampoco daba el nivel como futbolista por más que le echara ganas en cada entrenamiento o partido. Así que tras un COU bastante malo acabé en la Universidad San Pablo CEU de Madrid donde pasé unos años maravillosos y aprendí esta profesión que, según uno de mis profesores, tiene un 90% de cara y un 10% de estudio. Entre clases, pinchos de tortilla, sandwitches mixtos, deporte, botellones, primeros amores y mucha fiesta, entendí que el periodismo era y es necesario para la sociedad.

Con el tiempo he acabado siendo un humilde relator de lo que pasa a mi alrededor. Intento ser amable y no meterme en demasiados charcos pero desde hace meses asisto con asombro, pena e indignación como otros compañeros no pueden ejercer su trabajo dignamente. No les hablo de países sin libertad de prensa donde se asesinan periodistas por informar, les hablo de nuestro país. Aquí no hay nadie perseguido, al menos que yo sepa, pero vivimos un déficit de salud democrática. Hace unos años, al por entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se le crucificó publicamente por dar una rueda de prensa a través de una pantalla de plasma. Muchos se llevaron las manos a la cabeza y muchos políticos le dijeron de todo. Lejos de aprender, nada a cambiado. El que criticaba aquella «falta de transparencia» ha llegado al poder y da ruedas de prensa en las que solo permite dos preguntas pactadas. Eso si habla ante los periodistas, porque lo normal es que desde su gabinete manden un vídeo montado lavado y planchado convenientemente. Los periodistas están para preguntar e informar. No se puede coaccionar la libertad de prensa. No es propio de nuestra democracia. No se puede permitir. Es una pena. No perdemos los periodistas ni los medios de comunicación. Pierden todos ustedes.