Mamá estoy estudiando a Kant y no entiendo nada», me alargó una hoja subrayada y se desplomó en el sofá resoplando con resignación. Recuerdo que cuando estudiaba C.O.U. mi profesora de filosofía, la grandísima Llanos Lozano, nos repetía durante todo el curso: «Platón, Aristóteles, Descartes y Kant, como el padre nuestro, uno de ellos sale seguro en selectividad». Y tenía razón; salió Kant. Yo aprobé aquel examen, aunque tengo que reconocer que, cuando empecé a leer la definición de estética trascendental que me dio mi hijo, no entendí absolutamente nada. Los objetos se llaman intuiciones empíricas. No somos simples receptores de datos; organizamos intuiciones empíricas con las intuiciones puras del espacio y tiempo... En vista de que la neurona que me sirvió en su día para entenderlo se debió de quedar en el fondo de algún vaso de gin, a mi hijo y a sus compañeros de clase nos les quedó más remedio que buscar en internet alguna otra definición que les iluminara. Y la encontraron en forma de youtuber, que lo explicaba la mar de clarito. ¡Un youtuber de no más de 20 años explicando la estética trascendental de Kant! ¿Qué puede salir mal? Todavía no les han dado la nota del examen, así que ya les contaré si el filósofo millennial dio en el clavo o no. Pero es un ejemplo de cómo estudian nuestros jóvenes hoy en día: pegados al ordenador y dejándose orientar por youtubers o tiktokers. Y seguro que alguno habrá, como el profesor Carlos Maxi Bárcena, que será un docto en la materia, pero otros serán parlanchines que, más que orientar, desorientan.