Qué mala cara tienes hoy, maquíllate un poco.

Has cogido unos kilos, cuídate o acabarás como tu madre. Estás demasiado delgada; come un poco más que pareces enferma.

Hazte las uñas, depílate, cubre tus canas, que nadie sepa que han nacido, báñate en cremas o desdibuja tus nuevas arrugas rápido, antes de que las vean. Arréglate y sé más sexy, ¡que pareces una monja! ¡Tápate! ¿O es que acaso no te da vergüenza ir enseñándolo todo?

Disfruta de tu cuerpo, reivindícalo, es solo tuyo y puedes hacer con él lo que te plazca. Pobrecita, parece que va buscando guerra, exhibiéndose como una cualquiera. Nadie te va a querer si sigues así.

Sonríe, ¡pero no tanto! Pueden pensar que les lanzas un mensaje equivocado. Baila y siéntete libre, pero sin provocar. Nunca digas «te quiero» o estarás perdida. El amor les asusta. El amor debe aterrorizarte.

Dices más por lo que callas que por lo que cuentas. Sé elegante, discreta y misteriosa. Cantar tan alto es vulgar. Una mujer debe ser siempre femenina. Una mujer debe hacerse valer, sí, pero no tanto, ¡que pareces un marimacho!

¿Seguro que no quieres una ensalada? ¿En serio vas a comerte eso?

Entrena sin que se te corra el rímel y luce tus mallas nuevas. Debes ir impecable hasta para comprar el pan, aunque... pensándolo bien, ¡deja los hidratos, que te hinchan como una morsa!

Abraza con dulzura y no a todo el mundo; pueden pensar lo que no es. ¿Y si alguien te ve o si él se entera de que eres cariñosa con otros?

Sé libre, pero no tanto.

Sé quién quieras, pero sin salirte del tiesto en el que te han plantado.

Estudia lo que más ames, pero que sea algo relacionado con tu género. ¿Qué clase de mujer conduce un camión o blande un soplete?

Toca algún instrumento, haz ballet, aprende idiomas, aunque no demasiados, pinta y cose: son cosas que necesitarás en el futuro.

No son horas de leer y menos esos libros de aventuras que no te enseñan nada.

Obedece a tu hermano. ¿De verdad crees que el pobre debe hacerse la cama o recoger la mesa con tres mujeres en casa?

No estés triste. No llores. No seas histérica. No grites. Pareces una loca. ¿Tienes la regla?

Sueña con casarte, será el día más feliz de tu vida. Cuando tengas tus propios hijos lo entenderás todo. No hay nada más bonito que sentir la vida naciendo dentro de ti. ¡El parto no es tan duro: todas hemos sido madres!

¿De verdad te lo vas a perder? Es una experiencia que te hace estar completa. Rechazar la maternidad es de egoístas. ¿No has pensado en lo sola que estarás cuando seas mayor si no tienes niños? ¿Y qué ocurrirá en las Navidades?

Necesitas a los demás... Estar sola es de perdedoras.

Las miserias se lavan en casa, no te quejes nunca.

Ponte tacones todos los días, aunque el dolor sea ya tan rutinario que ni lo sientas, y sé fiel siempre a tus fajas, que nadie atisbe en ti ni rastro de celulitis o de michelines, ¡son tan vulgares!

No te comportes como una cría, ¿cuántos años te crees que tienes? Esa falda no es para tu edad. Tampoco para la suya. Vas pintada como una puerta... Luego, si te pasa algo, no digas que no te lo advertí.

¡Eso no es acosar, mira que eres exagerada! Solo ha sido un gesto de cercanía. La culpa es tuya por no pararle los pies.

¿Estás otra vez en esos días?

No confieses tu edad.

¡Feliz día de la Mujer!

Artículo inspirado en el poema Be a lady, they said (sé una dama, dijeron), de Camille Rainville.