Ante las distintas opiniones favorables y desfavorables sobre la posible suspensión del tráfico de ferris en el puerto de Sant Antoni, publicadas estos días en los medios de comunicación pitiusos, nos gustaría compartir con los lectores algunas cifras objetivas y conclusiones que hemos recopilado desde la iniciativa Salvem Sa Badia de Portmany.

Si analizamos la actividad del puerto antes de la moratoria vigente; es decir, hasta la temporada de 2018, podemos concluir que ésta, en comparación con el puerto de Vila, resultaba ínfima. Gracias a las estadísticas de Ports IB (Sant Antoni) y de la Autoridad Portuaria Balear (Vila) hemos podido realizar un estudio comparativo del periodo 2014-2018 que arroja que Sant Antoni solo representa el 2,2% de todo el tráfico comercial de la isla (excluidos los enlaces con Formentera).

Además, hemos encontrado otro dato que también demuestra que el cierre del puerto no ha tenido incidencia en la economía de la bahía. Según las estadísticas oficiales de ocupación hotelera, la zona de Sant Antoni y la bahía registró en 2019, cuando no llegaban ferris, una ocupación media del 83,15%, mientras que en 2018, con ambos puertos operativos, los hoteles se llenaron en un 82,73%. Es casi medio punto de diferencia, teniendo en cuenta además que en las cifras globales de Ibiza sucedió justo al contrario; es decir, que 2019 fue peor que 2018.

Debemos, asimismo, evaluar los impactos medioambientales de los ferrys sobre la bahía. Para ello, nos remitimos a un estudio realizado por la empresa “Duna Baleares” en 2018 por encargo del Ayuntamiento, que concluye, literalmente, que “el tráfico marítimo comercial supone un factor de deterioro progresivo de la pradera de Posidonia oceánica presente en la bahía –pradera de gran calidad ambiental– a causa de los procesos de sedimentación y resuspensión de sedimentos del fondo marino afectado por las maniobras de atraque y salida”

A todo ello se suman otros factores ya conocidos, como los embotellamientos de tráfico, las molestias por ruido y la contradicción de tener un tramo de puerto industrial, con grandes buques, en un entorno turístico que, bajo nuestro punto de vista, debe de estar orientado exclusivamente al deporte, la náutica deportiva y la actividad turística.

Toda esta problemática fue reconocida por el Ayuntamiento de Sant Antoni, el Consell Insular y el propio Consejo de Administración del organismo público Ports de les Illes Balears, que decidió la moratoria. No sabemos qué ha cambiado para que ahora se pretenda volver a abrir el puerto a los ferris.

También es cierto que la bahía tiene otros problemas graves como los vertidos de aguas mal depuradas o sin depurar, los desagües incontrolados o los fondeos ilegales con bloques de hormigón y cadenas, problemas todos que también afectan a la posidonia y a la calidad de nuestras aguas.

Sin embargo, debido al fin de la moratoria el próximo 31 de diciembre, la primera decisión que el pueblo de Sant Antoni debe tomar es si son compatibles los ferris con una bahía orientada al turismo, al ocio, al descanso, al deporte y a ofrecer a nuestros visitantes unas aguas limpias, seguras y transparentes.

En relación al uso del puerto, desde Salvem sa Badía creemos que entre Ports IB y el club Náutico hay suficientes amarres de recreo (unos 1.000) para cubrir la demanda existente y que no deberían aumentarse, ya que únicamente se llenan durante el mes de agosto. Proponemos que la línea de atraque de los ferris quede liberada para, excepcionalmente, prevenir cualquier eventualidad en el puerto de Ibiza.

La bahía es un enclave singular y muy frágil. Si los ferrys dejan de ensuciar las playas, si los ayuntamientos ejecutan el proyecto de ordenación de la bahía destinado a la recuperación del litoral y si el Ayuntamiento de Sant Antoni consigue llevar adelante la renovación del West, entonces tal vez nuestra bahía pueda recuperar su antiguo esplendor y podamos ofrecer un futuro mejor a las próximas generaciones.