Justo antes de las erecciones generales, la vedette Sánchez anunció que sufriría de insomnio si llegara a pactar con los radicales, pero yo creo que duerme a pierna suelta y que piensa, como la bella Otero, que las mentiras mantienen los dientes blancos.

Y mientras dicta algo tan progresista como la próxima censura a los medios de comunicación, ya ha pactado con los catalanistas la desaparición del español en las aulas. El exhumador adquiere reminiscencias franquistas. ¿Era tan necesaria la ley Celaá? Entre socialistas y populares han logrado el delirio de que estudiar en español sea harto complicado en muchas comunidades. A no ser que los niños vayan a un centro privado, claro está. Tal anormalidad lingüística viola la Constitución y la Educación, que aspira a lo universal, se empequeñece en la marea cainita.

La nueva ley pretende normalizar el esperpento y que aprueben los presupuestos a la vedette monclovita. Tales groserías nada educadas asombran en países como Italia o Francia, donde también tienen la riqueza de hablar numerosas lenguas pero a nadie se le ocurre prohibir el italiano o francés en sus escuelas. Decía Camilo José Cela, mientras publicaba a poetas en español, mallorquín, catalán y gallego en Papeles de son Armadans, que castellano es solo el español que se habla en Castilla: La lengua española es un maravilloso invento de todos los pueblos celtíberos. Con lo cual, salvo que seas un puro azteca arrancando corazones en la pirámide del Sol, es absurdo considerarlo como una lengua invasora, pues el español ha ido haciéndose por toda España y América.