Imagen de archivo de un botellón intervenido por la Policía Local de Ibiza recientemente. | Policía Local de Vila

La realidad es terca y tozuda y por más que determinados analistas de la actualidad insistan en que no hay que demonizar al sector más joven de nuestra sociedad como responsables del incremento de los indices acumulados de personas afectadas por el coronavirus, lo cierto es que en lo que ya se viene denominando quinta ola de contagio es precisamente ese sector de menor edad el que más esta aumentando, precisamente lo contrario de lo que ocurrió en las primeras olas.

Sin duda alguna, cualquier tipo de condescendencia que se quiera aplicar a nuestra juventud, no supone hacerles ningún favor ni a ellos, ni a la sociedad en general. No hay más que ver las imágenes en los informativos de los botellones en las calles, del descontrol de las fiestas ilegales en casas particulares o algunos desmadres que se producen en algún que otro local que tiene licencia para funcionar, pero en los que no se respeta ni una sola de las medidas de seguridad sanitaria que se les exige; para poder comprobar que la practica totalidad de los asistentes a este tipo de actos, son personas de los grupos de edad más jóvenes.

Por lo tanto, no se especula cuando se informa de determinados desmanes y de la vulneración de la normativa de protección y prevención sanitaria como origen de los mega brotes que están haciendo que en las ultimas semanas se incremente y se extienda de forma preocupante el número de personas se van contagiando, a pesar del ritmo de vacunación de nuestro país.

Se viene comentando que a pesar de todo hay que entender que nuestra juventud lleva muchos meses haciendo sacrificios y que por tanto hay empatizar con ellos en estos momentos y no ser extremadamente duros al juzgarlos. Como en todos los sectores de nuestra sociedad, entre la juventud hay quien respeta escrupulosamente los consejos o las ordenes que se vienen proponiendo como elementos fundamentales para controlar la expansión del virus y, también están aquellos a los que a pesar de su edad se les puede calificar como descerebrados sociales que creen ser inmunes a todo y a los que no les importa lo mas mínimo lo que provoquen en su entorno, ya sea familiar, laboral o social.

Los muchos meses de sacrificio, no han sido solo de la juventud. Esos meses los han sufrido la mayoría de personas de nuestra sociedad y si no que se lo pregunten a los autónomos que se han visto obligados a cerrar sus negocios, a los trabajadores que se han visto afectados por un ERTE o que directamente han perdido sus puestos de trabajo, a las familias que se han visto en la obligación de tener que decidir si pagar el alquiler o comprar comida, a todos los que se han quedado sin un sueldo digno y se han visto esperando una bolsa de comida en las llamadas colas del hambre. ¿Seguro que solo hay que empatizar con los jóvenes por el sacrificio que han venido haciendo?

Si el mayor incremento en el numero de nuevos afectados por la covid se esta produciendo entre el sector más joven de nuestra sociedad, es precisamente por que es este sector el que se ve involucrado mayoritariamente en actos en los que no se respeta ni una sola de las medidas de seguridad sanitaria actualmente vigente. Lo que cabe esperar es que sean los jóvenes los que también traten de empatizar con el grueso de nuestra sociedad.

No puede ser tan difícil entender a cualquier edad que seguimos en una situación de pandemia, que a pesar de los importantes avances en el control de la misma el peligro persiste y tenemos que seguir siendo cautelosos todos. Que no es admisible que una parte minoritaria de nuestra sociedad ponga en peligro el presente y el futuro del colectivo. Hay que entender que lo que es bueno para la salud, acaba siendo bueno para nuestra economía; que el esfuerzo y sacrificio lo tenemos que seguir haciendo todos, absolutamente todos. Que si cierran los negocios, se pierden puestos de trabajo y la posibilidad de un ingreso mínimo para muchas personas y que por tanto nadie puede ni debe sentirse liberado de colaborar en que esto no vuelva a ocurrir.

No confundamos la libertad con el libertinaje; si lo hacemos así hijos y padres, jóvenes y mayores sin duda iremos saliendo del atolladero al que nos ha abocado el virus, en caso contrario volveremos a caer en el lodazal más indeseable.