En las bodas de Caná, cuando el Señor realiza el milagro de convertir el agua en vino, nos damos cuenta que la Santísima Virgen es tan poderosa en su intercesión que Dios atiende todas las peticiones por medio de  María, su Madre. Por eso, la piedad cristiana, con precisión teológica, ha llamado a Nuestra Señora omnipotencia suplicante. La Virgen María, como buena y amorosa Madre, conoce perfectamente el valor de la respuesta de su Hijo, y no duda que Jesús hará algo para resolver el apuro de aquella familia. ¿ Por qué tendrán tanta eficacia los ruegos de María ante Dios? Las oraciones de los santos son oraciones de siervos, en tanto que las de María son oraciones de Madre, de donde procede su eficacia. Jesús ama intensamente a su Madre, la cual no puede rogar sin ser atendida. En Caná de Galilea Jesús hizo el primero de sus milagros con que el que manifestó su divinidad, y sus discípulos creyeron en él. Solamente Dios puede hacer milagros. Antes del milagro los discípulos ya creían que Jesús era el Mesías. El milagro de Caná constituye un paso decisivo en la formación de la fe de los discípulos.

Santa María aparece como Virgen orante en Caná donde manifiesta al Hijo una necesidad temporal. Y obtiene también la realización del primer milagro. Para conocer bien la gran bondad de María recordemos lo que refiere el Evangelio. Faltaba vino, con el consiguiente apuro de los esposos. El corazón maternal de la Santísima Virgen    la impulsa para interceder y pedir a su Hijo que haga algo a favor de los esposos.

La fe nos enseña que esta virtud engendra milagros. Recordemos el episodio de la resurrección de la hija de Jairo. «Basta que tengas fe». Pidamos por intersección de la Santísima Virgen, una fe viva, una fe activa. ¡ Señor, creo en ti, pero aumenta mi fe! Hoy celebramos la jornada y colecta de la Infancia Misionera. Cada uno de los cristianos debe descubrir sus dones y su vocación específica. Hay miles de niños que necesitan ayuda urgente. Necesitan verse libres del hambre; medicinas y educación. A muchos les falta amor y cariño. Unos pueden ayudar a otros. Sus padres deben impedir que sean egoístas, que, por el contrario, sean generosos y piensen en los demás niños que lo pasan muy mal, y que con su ejemplo se quieran mucho. También son los predilectos del Señor, que sean pequeños misioneros y piensen que Jesús también fue un niño.