En un solo día, el oscuro mercado de las criptomonedas perdió nada menos que 192.000 millones de euros a nivel mundial. Los expertos equiparan este jueves negro a la trágica caída de Lehman Brothers en ese fatídico 15 de septiembre de 2008.

La volatilidad de este mercado ha causado estragos entre sus víctimas. Son muchas las «empresas» que animan a jóvenes sin la menor formación financiera a invertir sus pocos ahorros en este mercado, prometiéndoles multiplicarlos rápida y fácilmente. Estas estafas piramidales juegan con la esperanza de los más vulnerables con mensajes vacuos de autoayuda, haciéndoles creer que pueden ser millonarios y alcanzar la vida soñada con un simple cambio de actitud y si animan a otros ignorantes como ellos a tirar por el retrete sus ingresos.

«Querer es poder», «sé tu propio jefe», «cree en ti» u otras mamarrachadas son las que reproducen sin cesar los mangantes que embaucan a desgraciados que abandonan sus trabajos para que les estafen a tiempo completo. Su modus operandi consiste en captar a sus víctimas a través de Instagram con adolescentes imberbes posando en sugerentes lugares exóticos y coches de lujo que fingen haber conseguido gracias a sus milagrosas inversiones. En el momento en el que uno pica, se encargan de lavarle el cerebro de tal manera que piense que el resto de la humanidad no son más que unos pobres infelices que desconocen los «secretos del éxito».

Por si en Ibiza no tuviéramos ya suficientes estafadores iluminados que venden experiencias místicas y mágicas a precio de caviar, los niños de las criptos también han llegado y no es difícil encontrar a personas cercanas que han caído en esta red de estafadores sin moral que se prodigan buscando quién les acompañe en esta aventura suicida.