Francina Armengol, en una imagen de archivo.

Sonrisas falsas, cuchillos y bunyols, vuelve el circo electoral. La izquierda pitiusa ya tiene a sus candidatos armados mientras la derecha todavía subsana algún fleco pendiente.

Gianandrea di Terlizzi encabezará la lista del Consell por Podemos. Más inteligente y menos histriónico que su predecesora, el italojoaní está bregado en los debates y tiene un caballo de batalla muy rentable electoralmente: la defensa del decrecimiento turístico. Es aquí donde puede arañar votos a un ‘Agustinet’ demasiado institucional y poco combativo que pasa desapercibido en el duelo de las ideas. Electores de derechas y de izquierdas son conscientes que es imperativo bajar revoluciones para ganar calidad de vida sin necesidad de poner en peligro nuestra economía. Di Terlizzi deberá aprovechar la oportunidad que le brinda la indefinición y el hastío que rezuma un PSOE desaliñado para mantener el statu quo o incluso aspirar a igualar sus escaños.

Ajena a lo que pasa en esta mera isla adyacente, Armengol ya ha dado el primero de muchos golpes de efecto. Moviliza 200 millones de euros, riega a los consells doblando su financiación y consigue la aprobación un Régimen Fiscal. En el PP todavía se recuperan atónitos de este movimiento que denota el interés de la socialista por dar la batalla y retener el bastón de mando. Sin cabida entre las filas de Pedro Sánchez, Francina necesita aguantar para sobrevivir políticamente. Los populares no deben caer en el error de pensar que esto es 2011 y que la simple cara de Feijóo les va a allanar la mayoría absoluta. Su fortaleza reside en el desgaste del adversario y la novedad del experimento Prohens, pero subestimar a una khalessi socialista que ha acabado incluso con sus socios es una trampa en la que no deben caer.