La semana de las almendras

«Por lo menos no suben los precios estas fechas», comentaba una clienta mientras pedía su kilo de almendras tostadas. Y así lo confirmaron los tres comerciantes que en sus puestos del mercado las venden junto a otros frutos secos que durante la mañana tienen mucho éxito. El estado de las almendras y sus precios varían ya que las venden tostadas enteras con sal, tostadas molidas o crudas y, en general, los precios oscilan entre los 16 y los 19 euros el kilo, que aseguran haberse mantenido en los últimos años. Hay quien prefiere ahorrarse unos pasos y comprarla ya machacada y luego gente como Manolo que confesaba que prefiere «cogerla desde el inicio para tostarla y molerla a mi antojo». Ita y Guillermo, que regentan Salazones Virtudes, aseguraron que venden una almendra nacional española y será por eso que no dan a basto en su puesto que está repleto de personas, frutos secos, dulces también almendrados.

María cuenta que debido a que la gente hace grandes cantidades «lo que menos se llevan es un kilo de almendras» ya que hacen ollas para toda la familia. Se trata de una compra que hacen sobre todo los mayores, quienes siguen más a rajatabla las tradiciones. Según la dependienta, los más jóvenes compran las almendras para hacer salsa pesto u otras elaboraciones.

La receta de María Escandell

Alguien pregunta cómo es la receta de la salsa de Nadal y automáticamente María Escandell Torres arranca: «Se debe hacer cuatro litros de caldo de gallina, un kilo de almendra molida, nueve o diez huevos para mezclar con la almendra mientras ésta evapora, una vez que el caldo esté frío se remueve con los huevos y la almendra hasta que hierva, en este punto se le pone un kilo de azúcar, si os gusta la miel se ponen diez cucharadas de miel abeja y pimienta blanca. A partir de aquí se deja que siga hirviendo entre hora y hora y media, se va probando si tiene bastante dulce y sino se le agrega», afirmó. Otra vecina pregunta que la canela cuándo se la pone, a lo que la señora María Escandell responde, entre risas, «nosotros los ibicencos le ponemos pimienta porque los de fuera no saben hacerlo». Ella asegura que esta receta alcanza por lo menos para unas veinte personas y que lo que sobra se congela y se come después que «también queda muy bueno».